La construcción informal es la de mayor vulnerabilidad

Existen tres factores de riesgo sísmico en Quito. La zona más expuesta es la de la Mitad del Mundo. Las viviendas informales tienen menos sismorresistencia.

La Escuela Politécnica Nacional, en unión de otros organismos especializados, realizaron un estudio de riesgo sísmico de Quito y sus valles colindantes hace algunos años.

Según este estudio, explica Aldo Echeverría, arquitecto-ingeniero, subdecano del Colegio de Arquitectura de la Universidad San Francisco, son tres las causas principales de riesgo sísmico.

La primera es Esmeraldas. Se espera un evento sísmico de grandes proporciones en esa zona, ya que a inicios del siglo XX tuvo lugar un evento de esas características en esa jurisdicción.

No obstante, explica Echeverría, la barrera del Pichincha serviría como un atenuante para disminuir la intensidad del movimiento telúrico en la capital. “El Pichincha es como un muro, como una protección”.

El segundo factor de riesgo es la posibilidad de que suceda un movimiento parecido al de 1987 en Baeza. En ese caso, afirma Echeverría, las zonas más afectadas serían las orientales. De todas maneras, no se espera que sea un sismo demasiado fuerte sino de similares características a las de 1987.

El tercer factor de riesgo es el sismo local, que estará localizado en la zona de la Mitad del Mundo. Esta parte de Quito es la de mayor riesgo porque no está protegida por el Pichincha de la primera causa, está algo alejada de la segunda y es el centro de la tercera.

Con respecto a las construcciones quiteñas, Echeverría cree que la zona norte de Quito (lo que es La Carolina y su colindancia) han sido construidas en una época en la que ya se consideraron las normas de construcción, lo que significa una mayor garantía sismorresistente de las edificaciones. Esa sería, entonces, la parte de la ciudad menos afectada.

En el caso del Centro de Quito existen todavía estructuras en adobe y en ladrillo, las que podrían ser más vulnerables. En el sur, por la existencia de muchas construcciones informales, puede sufrir daños considerables. Aunque va a estar menos afectado por las ondas sísmicas, la menor calidad de las construcciones puede favorecer el riesgo.

“El suelo de Quito es bastante bueno, de buena densidad. Es un suelo de la cordillera; no es un suelo pantanoso que es el caso de México DF, por ejemplo, que amplifica la onda sísmica”.

El arquitecto-ingeniero no ve tanto riesgo en las quebradas rellenas que tiene la capital. Mayor peligro sísmico tienen las construcciones que se levantan en las riberas o muy cerca de los bordes de quebradas demasiado pronunciadas.

Con respecto a la aplicación de las normas constructivas, Echeverría es claro. Las normas se dictan basadas en las experiencias: del fracaso de algunas construcciones y de las causas de este problema. Y tienen como fin brindar a las personas mayor seguridad al menor costo.

La nueva norma constructiva ecuatoriana tiende a eso y tiene avances significativos en resistencia a los fenómenos sísmicos. Ya no se habla de antisísmico porque es incontrolable lo que puede suceder durante un terremoto, pero sí se puede aumentar la sismorresistencia de las construcciones tomando las medidas adecuadas. Y eso no depende de que sea una construcción en acero, de hormigón armado, madera o ladrillo. Lo que se busca es aumentar la resistencia sísmica en cada una de estas tipologías.

Según Echeverría, las construcciones quiteñas han sido diseñadas para resistir un sismo de grado 7,5, en promedio. Uno de grado 8, por ejemplo, tendría un riesgo muy alto para la ciudad. No solo para las edificaciones; también se pueden afectar las instalaciones de agua –que podrían colapsar-, las de aguas servidas, las conexiones eléctricas, la telefonía satelital…

Para eso hay que estar preparados. Tener en casa una reserva de conservas, de agua potable o de bebidas hidratantes nunca está de más.

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