Qué pena nuestro Ecuador.
Dos eventos paralelos que denotan la pobre moral en la que nos tienen los falsos profetas, autodenominados políticos.
La primera, la ‘bomba’ que se generó con un e-mail con nombre y apellido de quien lo originó, el que quizás de manera muy confiada lo envió a sus compañeros, sin medir los riesgos de que alguno de ellos siga ligado a Lucio, olvidando que los compañeros de Lucio son los que tienen el comando de las unidades del Ejército y los de su hermano Gilmar están en los comandos tácticos.
Esto significa que el e-mail del mayor Diego Cuvi fue corrompido con información que la incluyeron los secuaces de Gutiérrez y ahora la cuerda tiene que romperse por el lado más débil, le cortan la cabeza a Cuvi y afectan a su esposa y sus dos hijos, inocentes víctimas de la revancha y acción de alguien que creó una tormenta en un vaso de agua.
El segundo evento es la muerte de la joven madre Natalia Emme, atropellada por un vehículo conducido, presuntamente, por la esposa del Fiscal del Estado, es decir, parte de los que hacen (mejor dicho, deshacen el Gobierno), rompiendo y violando tanto las normas de tránsito vehicular, así como los reglamentos de quienes tienen derecho a escolta policial.
Los detalles del accidente son conocidos, lo grave es la cadena de corrupción: el policía escolta de la señora, que le cambia al vehiculo que la escoltaba, actuando con la misma baja calidad moral y ética con la que actúan los vulgares delincuentes.
Luego, los fiscales que firman en masa, como bulto amorfo, un comunicado totalmente burdo, respaldando y elevando a la categoría de dioses al fiscal y a su esposa.
Dos acciones paralelas que muestran cómo el poder de los que están en el Gobierno, ya sean militares o los responsables de la justicia, no son más que el fiel reflejo de quien maneja el Gobierno central.
Por eso, pobre mi país.