El Gobierno ecuatoriano, en los últimos diez años, se puso al frente de propuestas como la reforma al sistema de la Organización de Estados Americanos (OEA).
En particular a su Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y la Relatoría Especial para la Libertad de Expresión. En las asambleas generales de la OEA no se pudo conseguir los votos suficientes para cristalizar esa iniciativa.
La otra idea estuvo encaminada a enfrentar la hegemonía de las potencias tradicionales en la Organización de Naciones Unidas (ONU), especialmente en cuanto al grupo denominado G7 (Canadá, EE.UU., Francia, Italia, Japón, Reino Unido, Alemania y la Unión Europea).
Pero, como lo recuerda el excanciller José Ayala Lasso, durante estos diez años esas campañas internacionales fueron rechazadas por la mayoría de países. “En lugar de insertarnos en el mundo e influir en conjunto con otros estados, optamos por aislamos de las grandes corrientes de pensamiento mundial”. Los objetivos plasmados en el plan de trabajo 2007-2011 de Alianza País, hablaban de recuperar la soberanía nacional y fortalecer la integración regional.
Ecuador se solidarizó con los gobiernos de países que enfrentaron crisis políticas internas y que pertenecían al eje del Socialismo del siglo XXI, como con Brasil, cuando fue destituida Dilma Rousseff. De igual forma con Venezuela, donde se mantiene un estado de tensión por los conflictos entre el Gobierno y la oposición.
Augusto Espinosa, exministro y nuevo asambleísta de AP, defiende la gestión en esta área. Afirma que sí hubo avances, al menos en la actitud de los países, de entender que la cooperación Sur-Sur puede ser importante, lo que era uno de los objetivos del Gobierno. Sobre la falta de acción de organismos como la Comunidad de Estados Latinoamericanos (Celac) y la misma Unasur, Espinosa sostiene que los procesos de integración llevan mucho tiempo y que estas instancias son apenas los primeros pasos.
Aunque el legislador acepta que hace falta consolidar la institucionalidad, como el Banco del Sur, y reforzar las relaciones con el Comunidad Andina y el Mercosur. Para Ayala Lasso, la Celac y la Unasur son solo tarimas políticas, que no han sido poco efectivas.
Qué se ofreció
Un nuevo orden geopolítico
La Revolución Ciudadana propuso un cambio económico, social, político, ecológico y cultural en el mundo. Y mantener las relaciones internacionales con base a esas directrices y la defensa de la soberanía, sin dejar de ser competitivos. Se iba a convocar un plebiscito sobre el Tratado de Libre Comercio.
Integración latinoamericana
Promover la creación del Fondo Latinoamericano para las Finanzas debía ser una prioridad. De igual forma la constitución de empresas latinoamericanas en sectores estratégicos. Hubo un compromiso inicial de priorizar las membresías en la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), CAN y Mercosur.
Qué se hizo
Iniciativas sin acogida
Las propuestas planteadas al mundo no tuvieron eco en los organismos tradicionales de integración como la ONU y la OEA. La conformación de un centro de arbitraje del sur, por ejemplo, para resolver controversias entre los estados y las transnacionales, no se concretó. Tampoco una moneda común.
Respaldo a Celac y Unasur
El Gobierno centró su apoyo en la Unasur, incluso convirtiéndose en su mayor benefactor económico. Ecuador construyó el edificio para la Secretaría General, en Quito. Además, el mismo Mandatario empujó la creación de la Celac como alternativa al Sistema Interamericano de la OEA.