Pablo Ospina, catedrático de la Universidad Andina Simón Bolívar
Redacción Política
Los indígenas afirmaron que las mesas de diálogo con el Gobierno no resultaron positivas frente a sus aspiraciones y anunciaron movilizaciones para el próximo año. ¿Qué escenario se avizora en 2010?
Será una continuación de las tensiones que vivimos el último trimestre de 2009. Mientras no se aprueben las leyes de Aguas, Minería y Ordenamiento Territorial, veremos lo mismo. Las leyes que han creado un escenario de conflictividad son un punto crucial del problema.
¿Cómo podrían influir el cierre temporal de Teleamazonas y la clausura de la radio shuar La Voz de Arutam en las próximas jornadas de manifestaciones?
Lo de la radio compromete significativamente las negociaciones con el sector indígena. En lo que respecta a Teleamazonas, el Gobierno Nacional abrió innecesariamente otro frente de oposición con el cual tendrá que luchar. Ahora tiene a las universidades, trabajadores, pueblos aborígenes y la prensa.
¿POR QUÉ ESTÁ AQUÍ?
Su experiencia. Pablo Ospina es catedrático de la Universidad Andina Simón Bolívar (UASB). Es especializado en temas indígenas.
Su punto de vista. El clima de confrontación entre el Gobierno y los indígenas no disminuirá hasta que se aprueben las leyes que les interesa.
Dentro de los diálogos con el movimiento indígena, ¿en qué punto falló el Gobierno?
Hubo errores en la intención del Gobierno de fortalecer las capacidades del Estado y no las de los movimientos sociales que lo apoyaron en el inicio. Esa visión no es compatible con la democracia participativa, donde todo se negocia con organizaciones que requieren tiempo para debatir con sus bases y analizar las propuestas.
Pero el Gobierno ha dicho que ha socializado los proyectos de ley y las propuestas.
Socializar es una buena palabra que significa comunicar y hacer que la gente conozca, pero no negociar. Él jamás habla de una propuesta para consultar o negociar. Eso quiere decir que el Gobierno se tarda una buena cantidad de tiempo socializando internamente cómo presentar la propuesta y luego da muy poco tiempo para debatirla y negociarla por fuera.
En ese contexto, ¿qué es lo más recomendable para Gobierno?
El presidente Correa debe reflexionar sobre la posibilidad de configurar alianzas firmes y seleccionar de forma coherente a sus adversarios y las batallas que va a dar. Hacer todo al mismo tiempo no le conviene. Lo recomendable es lograr una flexibilización de las negociaciones.
¿Qué sucedería si el Régimen se mantiene en la misma postura de cerrar el diálogo en los próximos meses?
Seguiría con fuerza y apoyo popular, pero eso no es una garantía a largo plazo. Al final podría quedarse solo y sin organizaciones. Confiarse del difuso apoyo electoral que no se moviliza es muy peligroso para el Gobierno.
Frente al escenario conflictivo que vive el país, ¿existe la posibilidad de que se derroque al Gobierno?
No es descartable que hubiera intentos de desestabilizar al Régimen. No obstante, es difícil que esto suceda porque no hay un drástico deterioro de la crisis económica, lo cual influye significativamente en esa clase de eventualidades.
¿Las protestas pudieran desestabilizar al Régimen?
Podría darse un escenario similar al que vivió Honduras con la caída de Manuel Zelaya. Allí habría una disyuntiva de parte de las organizaciones laborales e indígenas. No estaban contentos con ese mandatario y no iban a sacrificarse por él.
A inicios de su gestión, el Gobierno mantuvo una importante relación con el sector indígena y laboral que luego se terminó. ¿Cuándo se produjo la ruptura?
Los conflictos con el Gobierno siempre estuvieron ahí hasta septiembre de 2008, pero nadie se atrevió a dilucidarlos porque hubo importantes acuerdos. Sin embargo, la falta de apoyo a los movimientos sociales provocó un distanciamiento entre ambas partes que se manifiesta ahora con las protestas.
¿Qué poder tiene el movimiento indígena para revertir la política minera del Gobierno?
La Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador sigue siendo la organización más grande e importante del país. Lo que ocurre es que en la década de los 90 y mediados de esta tuvo un protagonismo y centralidad entre otras fuerzas sociales también. Esa centralidad se ha perdido por la presencia del Régimen que tiene el discurso y las propuestas de los otros grupos sociales.
¿Al afirmar eso considera que Alianza País fraccionó a la Conaie?
El movimiento indígena siempre fue descentralizado. Lo que pasa es que atraía a su polo de gravedad a sindicatos, organizaciones urbanas, movimiento de izquierda, entre otros, y sus acciones invitaban a esas fuerzas muy variadas. Ahora ya no lo puede hacer porque todo está en manos del Gobierno.
¿Cuál es rol de la Conaie frente a una posible fractura?
Preservar como red organizativa los cuadros de dirigentes de base. El reflejo de esa realidad es el éxito político de Pachakutik, que tiene muchas prefecturas y juntas parroquiales.
¿Esta organización indígena recuperará el liderazgo de hace una década?
Los indígenas son muy fuertes localmente y eso influye a la hora de movilizarse. Son efectivos en las medidas de hecho.