Por Peter Wonacott
COIMBATORE, India— Esta ciudad milenaria se ha convertido en los últimos años en un dinámico centro fabril que simboliza el renacimiento económico de este país. Pero un homicidio en una fábrica de autopartes ha sonado las alarmas sobre si el milagro industrial está chocando contra un muro de agitación social.
Pricol Ltd., que fabrica autopartes para empresas como Toyota Motor Corp. y General Motors Corp., quedó conmocionada a fines de septiembre cuando un grupo de trabajadores irrumpió en la oficina de Roy George, el jefe de recursos humanos de 46 años. Enfurecidos por un congelamiento salarial, dejaron a George en medio de un charco de sangre. La policía arrestó a 50 miembros del sindicato en conexión con su muerte, pero no se han presentado cargos, señala su abogado.
A lo largo de India ya se inició la batalla. En un lado están los gerentes de fábrica, que quieren reducir costos y despedir a los empleados más conflictivos. En el otro figuran los sindicatos que intentan detenerlos mediante huelgas que, en algunas ocasiones, han desembocado en actos de violencia.
Las disputas son impulsadas por el descontento de los trabajadores, muchos de los cuales se quejan de haber quedado al margen de la prosperidad de la última década. Sus pasiones son agitadas, según los empleadores, por líderes que quieren sumar miembros a sus sindicatos y obtener votos para partidos políticos de izquierda. Los anticuados códigos laborales del país, los que tanto los sindicatos como las compañías afirman que requieren de una reforma, agravan la situación. “No podemos ser un país capitalista con una legislación laboral socialista”, señala Jayant Davar, presidente de la Asociación de Fabricantes de Componentes Automotores de India.
La agitación sirve como recordatorio de que India tiene un largo camino por recorrer antes de que pueda estar a la altura de otras potencias de la economía mundial. Gracias a una clase media en expansión y su creciente base de consumidores rurales, India ha promediado un crecimiento anual de 8% durante el último lustro y es percibido como un país que puede liderar una recuperación de la economía mundial.
Primero, sin embargo, debe demostrar que puede capear tanto los períodos de auge como los de caída. Su sector manufacturero registró un crecimiento de 2,4% en los 12 meses que culminaron en marzo, después de una expansión anual de alrededor de 7% durante los últimos 16 años. Eso ha presionado a los fabricantes a realizar algunos recortes poco populares. La reacción de los trabajadores no se ha hecho esperar.
Las huelgas en las empresas de manufacturas y servicios aumentaron 48% en 2008 frente al año anterior, según el Ministerio de Trabajo de India. Este año, los actos sindicales han afectado a una amplia gama de empresas, desde la automotriz india Mahindra & Mahindra Ltd. al fabricante finlandés de teléfonos celulares Nokia Corp. y el gigante suizo de alimentos Nestlé. En septiembre, los empleados de una división de la japonesa Honda Motor Co. intentaron impedir la prueba de una línea de ensamblaje al amenazar a los ingenieros y ejecutivos con piezas de amortiguadores y motocicletas, según documentos judiciales. La filial disminuyó la producción y amenazó con trasladar empleos fuera del país antes de llegar a un acuerdo con los trabajadores.
Algunas confrontaciones han tenido consecuencias nefastas. El año pasado, el presidente ejecutivo de Graziano Trasmissioni India Pvt. Ltd., filial del grupo suizo de alta tecnología OC Oerlikon Corp., fue asesinado a golpes por trabajadores que habían sido suspendidos en una planta en las afueras de Nueva Delhi.
Las repercusiones son globales. Una huelga que comenzó a fines de septiembre en el proveedor indio Rico Auto Industries Ltd. dejó a la automotriz estadounidense Ford Motor Co. sin partes de transmisión, lo cual la obligó a detener temporalmente la producción en una planta de Ontario, Canadá, y otra en Chicago. La huelga de seis semanas en Rico obligó a General Motors a suspender por una semana la producción en Delta Township, en Michigan, y a recortar un turno durante una segunda semana. GM también eliminó un turno en Warren, Michigan, afirma una fuente al tanto.
Las empresas se quejan desde hace mucho tiempo que despedir a sus empleados de planta es un proceso que puede demorar años, lo que conduce a fuerzas laborales sobredimensionadas y obstaculiza su capacidad para reaccionar con rapidez a los cambios en sus sectores. Ejecutivos y grupos de la industria afirman que flexibilizar las leyes laborales les permitirían a las empresas contratar más empleados y atraerían a más empresas manufactureras al país lo que, en última instancia, posibilitaría un aumento en los salarios.
“Algunos de los problemas que enfrentan los trabajadores disminuirán si hay una mayor demanda de trabajadores, como ocurriría en un mercado más flexible”, afirma el profesor de economía de la Universidad de Cornell, Kaushik Basu, quien fue nombrado economista jefe del Ministerio de Finanzas de India.
Líderes sindicales se quejan de que las empresas subcontratan trabajadores por períodos más largos que lo que prevé la ley.
“A las empresas les va bien en India, incluso en medio de una recesión global”, afirma D.L. Sachdev, secretario nacional de la organización sindical All India Trade Union Congress, que cuenta con el respaldo del Partido Comunista. “La forma en que resguardan sus márgenes es al aumentar la explotación de los trabajadores”.