El conflicto en la Sinfónica

Boris Cepeda

Desde mi primera presentación con la Orquesta Sinfónica Nacional del Ecuador (OSNE), hace más de 20  años, he seguido de cerca el desarrollo de la primera institución musical del país con especial afecto y simpatía.

Con varios de sus integrantes me une una grata amistad que se ha mantenido a través del tiempo y la distancia.

He acompañado a la OSNE espiritualmente, tanto en sus triunfos como en tiempos difíciles, siempre convencido de que el proceso de maduración y profesionalización culminará algún día en la conformación de un cuerpo musical de excelencia artística.

Constaté en los últimos dos años un proceso de reforma interna, exitoso en gran parte, con la activa participación de Emmanuel Siffert, interrumpido por intervención de instancias políticas completamente ignorantes de las necesidades profesionales de los  músicos.

En el nombre de una idea fantástica y ambigua: del famoso Sistema Nacional de Orquestas Nacionales, tratando de reinventar el agua tibia, se ha  destrozado con una sola imprudente acción lo positivo alcanzado en estos últimos tiempos.

Una vez más, acompaño a la OSNE en estos momentos difíciles, albergando una mínima esperanza que el Gobierno rectifique su rumbo en este asunto, permitiendo un diálogo amplio y serio, evitando criterios ridículos (presencia de un Director Titular 12 meses en el país) o vergonzosos momentos de vanagloria burocrática (maltrecha reunión de la Junta Directiva) tan bien documentados en la propia página web del Ministerio de Cultura.

Suplementos digitales