Redacción Ibarra
En medio de elevadas montañas surcadas por estrechos y sinuosos caminos empedrados, Marco Irua se dirige hacia la planta de tratamiento de agua en la comuna rural La Armenia, en el cantón Pimampiro. El ascenso, a más de 2 500 metros de altitud, lo deja momentáneamente sin aliento.
Irua es tesorero de la Junta de Aguas La Armenia, una de las 147 organizaciones comunales que existen en Imbabura, bajo la supervisión del Ministerio de Desarrollo Urbano y Vivienda (Miduvi). Su objetivo es verificar el estado de la cloración del líquido que consumen a diario 40 personas de esa pequeña localidad.
Irua no esconde su preocupación. Los USD 50 que recauda mensualmente por este servicio no alcanzan para mantener en buenas condiciones operativas al sistema. Dice que no todos pagan el primer martes de cada mes.
“La tarifa es de USD 1,50 mensuales por 10 m³. Sin embargo, en promedio se cobran USD 50 y el gasto mensual es de USD 80 o más. Por eso necesitamos subir la tarifa a USD 2, pero es difícil que la gente entienda y acepte con voluntad”, se queja Irua.
Por regla, en cada Junta de Aguas existe un operador que se debe encargar de clorar el agua y verificar el buen funcionamiento de las fuentes de captación, de los tanques de reserva, de la planta de tratamiento, de los filtros y más. En la mayoría no ocurre esto.
En el caso de La Armenia, el operador gana USD 30 mensuales, en una zona agrícola donde los jornaleros cobran entre USD 8 y 10 diarios. “No hay dinero para subirle el sueldo. Me temo que esta situación influirá negativamente en la calidad del agua”.
A 20 minutos está la población El Inca. Bolívar Núñez, presidente de la comuna, dirige también la Junta de Aguas. Allí, a pesar de que hace seis meses se construyó una planta de tratamiento de agua a un costo de USD 90 000, los inconvenientes con los 280 usuarios son similares.
Desde enero la tarifa subió de USD 1,50 a 2. Cinco personas registran el consumo en los medidores. “Nuestro gasto en mantenimiento supera los USD 300 por mes. Con los nuevos ingresos ojalá podamos mantener la calidad del agua porque no todos pagan a tiempo”, dice Núñez.
Estos problemas afectan también a la mayoría de las juntas de Aguas de Imbabura. En algunos casos los ingresos son tan escasos que se deja de lado la cloración.
Esta situación llegó a niveles preocupantes. El año pasado, el Ministerio de Salud y Plan Ecuador realizaron un diagnóstico sobre la calidad del agua en 145 juntas. La investigación encontró en 48 juntas un conteo de coliformes (bacterias) fecales.
“Por eso, socializaremos esta indagación al Miduvi, juntas parroquiales, juntas de Aguas y demás instituciones para empezar capacitaciones y acciones masivas”. El año pasado ya se instruyó sobre cloración y enfermedades por agua contaminada a 120 juntas.
Fernando Vizcaíno, técnico de Vigilancia Sanitaria de Imbabura, dice que solo el 26% de las 145 juntas cloran el agua. “El agua no es segura en todas las juntas por desorganización, por problemas económicos, porque la gente no se acostumbra a tomar agua clorada,…”.
La capacitación es fundamental
Hace un mes, el Miduvi de Imbabura retomó las capacitaciones técnicas en las juntas de Aguas de esta provincia. Durante dos años no se definió si el Consejo Nacional de Recursos Hídricos o este Ministerio se harían cargo de las juntas. Finalmente, el Miduvi volvió a recibir esa responsabilidad.
Según Mauricio Rosales, director provincial del Miduvi, este mes se presentará un plan para mejorar los sistemas de las plantas de agua. “Las juntas no tienen recursos para construir plantas de tratamiento que les permitan mejorar la calidad del agua. Por eso, trabajamos en un diagnóstico y en talleres de capacitación”.
Para Rosales, la calidad del líquido mejorará si se practican tres cosas: capacitación permanente, una tarifa sustentable de mínimo USD 3 y una mejor administración de las juntas.
En la capacitación se enseña a los operadores la administración de los sistemas, la dosificación del cloro, manipulación de válvulas y filtros, el manejo de los tanques reservorios… entre otros aspectos.
Vinicio Salazar, técnico del Miduvi, es uno de los encargados de dictar los talleres en las comunas. “Nuestro trabajo es agrupar a los comuneros, conseguir la personería jurídica de las juntas de aguas y designar responsables del cuidado de la calidad del agua. No es tarea fácil, pero insistimos”.