La comunidad de Gualalcay preserva su identidad ancestral

Carmen Panza regresa de su huerta con alimento para sus cuyes. Ella comparte los saberes ancestrales en su pueblo. Fotos: Lineida Castillo / EL COMERCIO

Carmen Panza regresa de su huerta con alimento para sus cuyes. Ella comparte los saberes ancestrales en su pueblo. Fotos: Lineida Castillo / EL COMERCIO

Carmen Panza regresa de su huerta con alimento para sus cuyes. Ella comparte los saberes ancestrales en su pueblo. Fotos: Lineida Castillo / EL COMERCIO

La organización comunitaria –heredada de los antepasados– se mantiene como una forma de vida entre los habitantes de Gualalcay, un poblado indígena de la parroquia 
El Valle, ubicado a 30 minutos de la capital azuaya.

Es un pueblo silencioso, con casas de hormigón y adobes, habitan 800 familias que viven de la agricultura y ganadería. Junto a las casas están las huertas de papas, maíz, legumbres, hortalizas… También crían animales como gallinas y cuyes para el autosustento.
Gualalcay tiene seis sectores, cada uno representado por un presidente que, a su vez integran el Cabildo de Gobierno Comunitario.

Son elegidos para dos años mediante asambleas comunitarias y tienen a su cargo, desde la organización de una fiesta hasta la solución de conflictos internos.
Cada semana, el Cabildo se reúne para abordar temas pendientes y hay una asamblea general cada mes. El último logro importante, como comunidad, lo consiguieron hace ocho meses, cuando la Corte de Justicia de Azuay les otorgó la competencia para aplicar la justicia indígena para la solución de conflictos menores.


El pedido estuvo en trámite casi un año, dice el presidente del Cabildo, Jorge Arévalo. Gualalcay es la única comunidad del cantón Cuenca que tiene esta atribución legal.
Carmen Panza, de 75 años, reconoce que siempre la aplicaron como parte de las costumbres ancestrales. A ella, sus abuelos le contaron que el castigo era la forma para alcanzar la armonía en el poblado.
Para Arévalo, tener la aprobación de la justicia ordinaria era necesario para no caer en ilegalidades y que los acusados no sean juzgados dos veces por una misma causa.

“Además, evitamos que nuestra gente gaste tanto dinero y tiempo en la justicia ordinaria”, dice la vecina Eliza Zare.
Los indígenas se amparan en leyes culturales y principios de la cosmovisión andina que rige para sus territorios. Para ellos, el castigo con hierbas tiene un carácter sanador y de purificación, para que la persona que cometió una falta la reconozca, enmiende su error y no lo repita a futuro, dice Arévalo.
En los últimos ocho meses, Gualalcay resolvió seis casos mediante la práctica de la justicia indígena.

El último ocurrió hace dos semanas por el robo de una bicicleta. Los miembros del Cabildo investigaron el caso e identificaron a tres hombres y a una mujer como los supuestos responsables.
Con ayuda de la Policía, ellos fueron retenidos y se convocó a los jefes de familia en el centro comunal, para la purificación. Arévalo contó que el Cabildo resolvió que los implicados pagaran el 10% del salario básico y cumplieran horas de trabajo en la comunidad.
Ante la multitud recibieron un baño con agua y ortiga por parte de un miembro de sus familias, sabios y autoridades del Cabildo.

Según la moradora Rosa Monge, por lo general se involucra a los padres porque es un llamado de atención al vínculo familiar y para que no existan represalias.
Los otros casos resueltos en Gualalcay son por problemas familiares, litigio de tierras, alcoholismo, peleas… Por ejemplo, hace dos meses se realizó el castigo de purificación a un padre alcohólico y está en un centro de recuperación.


Otras costumbres son las danzas, escaramuzas, juegos tradicionales y rituales ancestrales se viven bajo principios de la cosmovisión andina. Todas estas prácticas son compartidas con las nuevas generaciones, para fortalecer la identidad.
Asimismo, las familias creen profundamente en la medicina tradicional para curar sus enfermedades. En el poblado aún quedan curanderas, sobadores, parteras… como Manuela Gallegos, Carmen Tenecota y Ernesto Vele, que atienden los respectivos casos.

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