Wladimir Sierra, sociólogo y catedrático de la U. Católica
Redacción Política
Con Fernando Alvarado como secretario de Comunicación se percibe que este Gobierno arranca una nueva era mediática, sobre todo después del anuncio de crear un Consejo Político de Comunicación. Esta articulación comunicacional no se había visto en otras administraciones, ¿cómo se leen estas nuevas definiciones?
Como usted lo ha dicho, el gobierno de Rafael Correa se ha dado cuenta de que la comunicación es de gran importancia, pero tiene una falla criticable, y es que una cosa es la publicidad política y otra la comunicación política. El Gobierno maneja bien la publicidad, Vinicio Alvarado (secretario de la Administración) es un gran conocedor; sin embargo, la comunicación política no ha estado presente en esta administración. Desde tiempos de Mónica Chuji se conocía que había un vacío.
Pero una de las estrategias ha sido utilizar los medios públicos para aparentemente mejorar el sistema de comunicación…
Vinicio Alvarado trató de vincular a los medios públicos con el Gobierno, ese fue otro error. El Gobierno debe reconocer que los medios estatales no se deben a una u otra administración, sino al Estado. Por eso no deben convertirse en canales de propaganda de Gobierno. A pesar de ello, el Estado no ha podido transformar del todo a los medios estatales en gobiernistas, por eso crea un nuevo espacio, para ahora sí tener sus formas de difusión.
¿Por qué está aquí?
Su trayectoria. Estudió Sociología, Filosofía y Estudios Latinoamericanos. Es profesor en la U. Católica, donde dirige la Maestría en Gobernabilidad y Gerencia Política.
Su punto de vista. Los medios y el Gobierno deben reconocer que no son imparciales ni objetivos, para así iniciar un diálogo.
Es el Consejo Político de Comunicación…
Políticamente es un acierto. El Gobierno sabe que hay un debate político desde los medios masivos, por eso, y para posicionarse en esa esfera, debe tener aparatos, uno de ellos será el Consejo Político, que es la articulación entre la comunicación y los ministerios. Quizá finalmente se hayan dado cuenta de que no pueden transformar a El Telégrafo, a la Radio Pública… en canales de propaganda, sino que deben convertirse poco a poco en espacios de difusión de la opinión pública.
Usted habló de la diferencia entra la publicidad y la comunicación, ¿qué elementos debe tener la comunicación que se plantea construir desde el Estado para que no se convierta en un órgano centralista que solamente acapare la información?
La publicidad sea privada o pública tiene como fin la persuasión de los clientes. En lo político, cualquier Gobierno quiere convencer de que es el adecuado. En ese camino, Vinicio Alvarado se ha movido muy bien. La comunicación, en cambio, no se trata de usar artilugios para convencer a un grupo de ciudadanos, sino que intenta abrir espacios de debate para en una relación argumental y así tener consensos que puedan encarnarse en propuestas que lleguen a la Asamblea y estas a la vez en leyes.
¿Eso ocurrirá en este Gobierno?
Es muy difícil. Habría que revisar las condiciones históricas del país y también el rol que de los medios que, bajo ese idea de periodismo libre e independiente, no dan paso a una construcción mancomunada de la esfera pública. Todos deben comprender que los intereses comunes están sobre los del Gobierno, de la oposición y de los propios medios. Eso hace dudoso que podamos lograr una comunicación como se espera. Desde el Gobierno y desde la oposición veo poco interés de crear esa esfera abierta, liberativa e incluyente
¿No se corre el riesgo de que el Consejo sea una plataforma que monopolice y haga más hermético el acceso a la información?
Sí, podría ser, no sé si hermético es la palabra correcta, pero en el gobierno de Correa hemos vivido, por el tema de la publicidad y demás, una guerra mediática, donde el Presidente ha entrado a disputar espacios a los medios más poderosos. Los otros gobiernos nunca manejaron bien la comunicación y dieron mucho espacio para que la oposición, a través de los grandes medios, maneje la gestación de opinión pública. El problema es que ahora tampoco se intenta construir con el otro, sino destruir al otro para monopolizar. Esta relación de fuerzas no nos permite pensar, al menos en un futuro próximo, en la creación de una esfera abierta.
¿Qué posibilidades existen para crear estos diálogos entre la prensa y el Gobierno?
Primero, los ciudadanos deberíamos enterarnos de qué está pasando. Luego, se debe dejar de afirmar, de lado y lado, que la comunicación es objetiva e imparcial, sino que como todo accionar humano tiene compromisos. Si aceptamos esto, comprenderíamos de mejor modo qué es lo que dicen los medios y qué dice el Gobierno.