Los comerciantes del Centro Histórico se encuentran listos para ofrecer sus productos. Foto: Alfredo Lagla/EL COMERCIO
Los comerciantes del Centro Histórico de Quito esperan con ansias el inicio de la Fiesta de la Luz, que se desarrollará del 9 al 13 de agosto de 2017, pues ven en este evento la oportunidad de aumentar sus ventas.
Guadalupe Tito tiene un local de comida bajo la iglesia de La Catedral, se proveyó de varios productos y espera poderlos vender especialmente durante la noche del miércoles y jueves. “Los dos primeros días seguramente habrá más movimiento. El fin de semana las ventas bajarán porque la gente se va de feriado“.
Maruja Escobar tiene un puesto de caramelos en el arco del Palacio Arzobispal, a pesar de su avanzada edad espera poder quedarse hasta las 21:00 para generar más ganancias. “No me puedo quedar hasta muy tarde, pero en el tiempo que voy a estar espero ganar algo más de lo que se hace a diario”.
Los comerciantes ambulantes también se encuentran listos para ofrecer sus productos. Patricio Oña decidió que vendería sacos, bufandas y guantes, pero si no le va bien en el primer día afirmó que cambiará de mercadería. “Uno tiene que aprovechar estos eventos en donde hay la presencia de mucha gente, ahí se puede vender bien”.
Por su parte algunos moradores del Centro Histórico han tenido que realizar cambios en sus actividades cotidianas. Ese es el caso de Laura Gallardo, quien vive en la calle Mideros y debió pedir permiso en su trabajo para salir a una hora que le permita ingresar con su vehículo antes de las 18:30.
“Nos indicaron que podemos ingresar con el auto presentando una planilla de un servicio básico, pero el problema es cómo entras a calles que van a estar llenas de gente. O lo haces en la madrugada o antes de que inicie la peatonización“, señaló Gallardo.
Valeria Del Pozo vive en la calle Manabí, ella en cambio prefirió tomar vacaciones durante estos días. “Lastimosamente estos espectáculos que generan mucho turismo nos terminan afectando a quienes vivimos aquí. No queda más que tomar aire y tener paciencia“.
Sin embargo existen moradores como Silvio Romero, quien asegura que los habitantes del casco colonial están acostumbrados a movilizarse a pie. “Aquí la gente casi no anda en carro, entonces yo no creo que haya tanta afectación”.