Redacción Sociedad
Contra reloj: así es la hora del almuerzo para Joaquín Hidalgo, quien trabaja como asistente en una constructora y solo tiene 30 minutos para comer su ‘lunch’. A diario pierde 15 minutos entre salir de su oficina, ubicada en la calle Veintimilla, y hallar una mesa en el restaurante Sabor Quiteño, en la av. Patria, que atiende a 150 personas por día.
Una colada de haba, un plato de arroz con pollo y un vaso de avena son los alimentos que le sirven. “Estoy muerto del hambre, hoy no alcancé a desayunar”, dice, mientras, sin perder el tiempo, coge la cuchara y la sumerge en su sopa. En cinco minutos el plato está vacío. Lo mismo ocurre con el plato fuerte y el jugo. En 10 minutos termina.
Esta -según el gastroenterólogo Jaime Quezada- no es la mejor manera de alimentarse. La razón es porque el estómago no digiere bien los alimentos. A la larga, el proceso cuando se lo hace rápido conlleva a un trastorno alimenticio. La forma correcta de ingerir los productos es haciéndolo despacio , según la nutricionista Tatiana Sevilla, quien aconseja que se mastique 15 veces cada bocado.
Para Quezada, el hecho de no tener un horario establecido para la alimentación también atenta contra el sistema digestivo.
Tamara Ayala atiende un sitio que ofrece Internet en la calle Juan León Mera. “Almuerzo a veces a las 12:00, a las 15:00, no tengo un horario fijo”.
Si bien el ritmo de vida acelerado influye para que las personas no coman en forma ordenada, la nutrióloga Carmen Sánchez da algunas alternativas. Sugiere fraccionar la alimentación a lo largo del día, haciendo cuatro comidas principales y dos o tres colaciones (pequeñas comidas entre comidas principales), con alimentos sin grasa y azúcares simples. También tener horarios claros. Si un día se almuerza a las 13:00, hacerlo a la misma hora todos los días.
A media mañana, María del Carmen Zabala come un mote con fritada como colación. Lo hace a las 12:00, “después no importa si no almuerzo”. Ese es también su desayuno, “mi estómago ya está acostumbrado”.
Pero esto es aparente. El gastroenterólogo Xavier Bonilla asegura que no es bueno porque influye en la acidez estomacal, que es el síndrome del colon irritable. Pero Sánchez aclara que esto marca en el aumento de peso porque pica todo el día. “Por lo general terminamos comiendo lo rápido, lo fácil… la comida chatarra, y muchas veces ni siquiera lo hacemos cómodos y sentados, ni tampoco nos detenemos a masticar ni a saborear”.
Byron Guzmán es gerente propietario en el restaurante D’ Kabu, en la av. Amazonas y Colón. Los menús allí incluyen entrada, sopa, plato fuerte, postre y jugo. “Es un menú diseñado para unos 45 minutos”, aclara. A diario tiene 100 personas, de ellos un 60% termina en 15 minutos.
Julia Wilhem y Andrés Esparra son la excepción. Ellos se toman su tiempo para comer en el restaurante. La razón es “porque somos estudiantes y no tenemos jefes que nos presionen”.
Felipe Chimbo, naturópata de Quinua, cree que el tiempo de la comida debe ser sagrado. “Es un momento para recuperar fuerzas y no para simplemente llenar el estómago”. Quezada enfatiza que trastornos como flatulencia (gases), además del ardor y quemazón en el estómago son síntomas de que algo está pasando en el estómago, “puede ser una gastritis aguda”.
Wilson Argudo, ex presidente de la Sociedad de Gastroenterología de Pichincha, comenta que no son los síntomas de la gastritis. Pese a que la comida influye, los medicamentos (antiinflamatorios, analgésicos), el tabaco, el alcohol y el helicobacter perturban en la mucosa gástrica.