Redacción Espectáculo
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Para un niño el tiempo es una dimensión de la magia. Así, mientras se espera afuera de una sala de cine (por ejemplo, a la función de las 16:00 del sábado de la película animada ‘Up’, en los Multicines de El Recreo en Quito) el tiempo es como un monstruo hostil y lentísimo, que se niega a moverse en los relojes.
Y parece que mientras los niños más preguntan -a riesgo de enloquecer a los ya angustiados padres y familiares- menos se mueve esa mole gigantesca que es el tiempo. La paciencia no es una de las virtudes de la infancia. Menos cuando se trata de esperar por la nueva cinta infantil de los estudios Pixar y el emporio Disney.
En cambio, el tiempo se vuelve un pájaro breve, hermoso y fugaz cuando los niños se sientan frente a una película que les hace gracia.
Dos horas (el tiempo que dura ‘Up’, 30 minutos más de lo que usualmente duran las películas infantiles) es nada.
Joaquín Gavilánez (de 9 años) experimentó esta relatividad esencial el sábado pasado cuando, junto con su hermano Samuel (5 años) y su madre Margarita San Pedro, asistió a la función. Una cola de cerca de 100 personas se extendía en la entrada. Ese centenar de pequeños rostros acusaban el cansancio y la indignación de quien no alcanza a comprender por qué hay que esperar tanto sencillamente para hacer lo que a uno le gusta.
Doménica Chávez, de 6 años, preguntaba, según una exacta matemática interna, cada minuto: “¿Cuánto falta?”. Y la respuesta descendía en proporción geométrica con la tranquilidad de su padre, Stalin Chávez.
Pero cuando finalmente los empleados de la cadena (con largos sombreros de arlequín o de funámbulo) hicieron ingresar a la masa acezante de niños, el entusiasmo se desbordó.
La primera imagen que Joaquín Gavilánez recordó cuando al fin se sentó en su butaca fue esta: “Esta es la película en la que un gordito lee un libro en la puerta de un señor viejo, ¿no, mami?”. En efecto esta era la esperada película de los estudios Pixar cuyos avances habían visto hacía semanas.
Juan Pablo Izquierdo (de 7 años), sentado junto a su tía Soledad, no pudo ahogar el grito de emoción que le produjo que apagaran las luces. Pero el corto animado del principio (una costumbre de Pixar antes de sus películas) no le gustó. “Yo sé que las cigüeñas no traen a los bebés. Mi mamá me explicó cómo vienen”, dijo, enérgico, luego de ver el corto ‘Parcialmente nublado’.
La cinta se estrenó el viernes y, como sucedió con estos niños, cientos de padres fueron empujados literalmente hacia las salas de cine (Desde el viernes hasta el domingo asistieron 83000 personas a ver UP a escala nacional, según la distribuidora El Rosado).
La historia empieza con el personaje de Carl cuando todavía es un niño pequeño y conoce a Ellie, quien será el amor de su vida y con quien compartirá el sueño de viajar a las Cataratas del Paraíso, en algún lugar remoto y desconocido de Sudamérica. Allí vive exiliado del mundo el más admirado héroe en sus mentes de infantes: el explorador Charles Muntz.
Luego de más de 60 años, cuando Ellie ha muerto y con ella el sueño de ir a las Cataratas del Paraíso, aparece el pequeño explorador Rusell, quien acompañará a Carl en un viaje plagado de peripecias que lo llevarán a encontrarse a sí mismo.
Las escenas en que el pequeño colabora con el viejo en el viaje fueron particularmente celebradas por Joaquín. “Es un niño un poco tonto pero es un buen amigo. Pero no tiene amigos, solo el viejo y esos animales raros”.