El laberinto es teocéntrico, es decir, tiene un camino tortuoso que nace en Montecristi y avanza por un chaquiñán confuso hasta un centro definido: El Divino Niño.
En el CNE, cuatro de los cinco consejeros sufren de laberintitis, o sea, un cuadro severo de vértigo rafaelista; pérdida de equilibrio democrático y sordera crónica a los pedidos de los ciudadanos. En este laberinto, nadie sabe quién es el Presidente: si “Oh Mar” de confusiones o el “Macho Camacho”, pero ambos coinciden en que Su Majestad es “sujeto” político y la Doris, “sujeta” al político: pueden hacer propaganda por el sí a su antojo. Los 4 laberínticos se postran reverentes ante Su Divinidad, como alfombra mágica que proyecta antojos del ‘divo’ hasta el triunfo del 7 de mayo.
Con esta actitud se ha consagrado definitivamente el poder absoluto en Goldfnger y toda la parafernalia de la consulta no es más que el pan y circo del dictador para mantener distraídos a los ingenuos, mientras por debajo de la cama se contrata la franquicia del Gadafi de los llanos venezolanos, que promueve la intromisión abusiva del Estado en todos los de interés particular. Nota: Como Su Majestad prohibió usar calefón, el Gobierno ha sugerido a los ecuatorianos que quieran bañarse con agua caliente, que se paren de cabeza y se orinen. Para eso deben consumir harta cerveza, que la consiguen de un solo toque en la CC.