El árbol de Navidad iluminado cerca de las Torres Petronas que hay en Malasia. Foto: AFP
El templo de Santa María, en Amritsar, India, es más visita durante esta fecha. Foto: AFP
La basílica de Santa María, en India, con iluminación especial por la Navidad. Foto: EFE
Un dosel de luz se instaló en el Jardín deInvierno, en Brookfield Place, EE.UU. Foto: AFP
Las plazas se iluminan, al igual que los parques y edificios icónicos de urbes como la de Nueva York, en Estados Unidos, Kuala Lumpur, en Malasia e incluso la de Bangalore, en India, donde los católicos son una minoría.
El jardín de la familia de Wiktoria Duszenko se convirtió en una atracción turística, en el oeste de Polonia. Foto: EFE
Los cristianos representan apenas un 2% de los 1 000 millones de personas que hay en India. Pese a ello, los indios celebran la fecha por todo lo alto y disfrutan de los adornos y luces de colores que siluetean las estructuras arquitectónicas de los templos.
Las miles de bombillas crean figuran alusivas a la llegada de Jesús y el nacimiento de Belén, en los jardines de las familias y en los bajos de los edificios.
Aunque también hay motivos que iluminan la figura regordete de Papá Noel, sus renos y los regalos que se han convertido en parte de la cotidianidad de las personas en esta fecha. Las luces son un enganche más en los centros comerciales para atraer compradores.
En el Jardín de Invierno, en Brookfield Place, en el Bajo Manhattan, Estados Unidos, la gente se mueve bajo un dosel de luz que se armó con 650 faroles que cuelgan del techo en estructuras de colores hechas con plástico y papel.
Las Luminarias, como fueron llamadas, se convirtieron en una suerte de obra de arte navideña admirada por las personas que acuden exclusivamente para verlas.
Lo mismo que con el Jardín y la casa de la familia Duszenko, ubicada en el oeste de Polonia. Ahí, los árboles están iluminados, al igual que el trineo de Santa y los renos que se alistan para volar en Nochebuena. La familia decora su hogar cada año con cerca de 67 000 bombillas de Navidad.
Es una tradición que ha mantenido desde hace 17 años y que ha contagiado a otras familias de Polonia.