Ciudadano lector

Mientras el gurú de los comunicólogos fundamentalistas plantea la muerte del cuarto poder y la extinción  de los periodistas, un lector  nos critica severamente y nos exige mejorar la calidad de la información.

El primero es Ignacio Ramonet, francés, director del diario Le Monde Diplomatique y uno de los teóricos contemporáneos más citados en ensayos y artículos de los expertos mediáticos que diariamente, en el país y la región, intentan reeducarnos en su objetivo de hacer “el periodismo del siglo XXI”.

El otro se llama Fausto Maldonado y es ecuatoriano. No lo conozco personalmente, pero por el contenido de sus cartas supongo  que respeta el periodismo bien hecho. No me importa que sea de derecha o izquierda. Me importa su actitud  para reclamar, desde su derecho ciudadano, por nuestras imprecisiones e inexactitudes.

En uno de sus textos  recurrentes y recurridos, Ramonet dicta cátedra sobre lo que debemos hacer los periodistas para cambiar nuestras malas prácticas.

Dice, por ejemplo, que “es necesario  que los medios analicen su propio funcionamiento (…). Todo el mundo los ve y todo el mundo sabe que no son perfectos.

La gente espera que los medios se hagan una autocrítica, que se analicen a sí mismos. De la misma manera que los medios pueden ser exigentes con tal o cual profesión o sector, ¿por qué no lo son con ellos mismos?

“Estoy convencido -concluye Ramonet- que los medios deberían proceder a análisis más serios sobre su funcionamiento, aunque sólo fuera para que todo el mundo supiera cómo trabajan y que no son reacios a la inspección, la introspección y la crítica. No han de tener una posición privilegiada. No están sólo para juzgar a los demás sin poder ser juzgados. Es importante que, cuando se cometen errores, se reconozcan. Sólo así se hace pedagogía. Esta idea avanzará, aunque sea lentamente, porque es muy cómodo juzgar sin ser juzgado”.

¿En serio piensa Ramonet que no lo hacemos? ¿En serio cree en la novedad de sus tesis o es su manera de justificar la guerra mediática contra la prensa capitalista? 

Maldonado no representa a ningún grupo de poder -ni viejo ni nuevo-. Simplemente, a él le preocupa el mal periodismo: si compra un Diario exige que tenga  información de excelencia. Por eso nos reta: “Me llama la atención que cuando se trata de números se los copia sin preocuparse de la precisión y exactitud”.

El rigor de Maldonado es honesto y tenemos el deber de escucharlo. Como lector crítico ejerce su derecho a estar bien informado y, sin enredadas teorías, logra conmover la sala de redacción.

Pero los ramonetistas, desde su fundamentalismo, suponen manejar revolucionarias fórmulas contra la prensa burguesa mientras ignoran sus propias reglas en el “periodismo del siglo XXI” que dicen profesar.

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