El presidente de México, Felipe Calderón, fue recibido ayer con protestas en Ciudad Juárez, la urbe más golpeada por la violencia del narcotráfico en el país. Esto, tres días después del asesinato de dos estadounidenses y un mexicano vinculados al Consulado de EE.UU.
Cientos de manifestantes llevaban pancartas con leyendas como “asesinos del Gobierno”, mientras el Mandatario llegaba a la ciudad fronteriza acompañado del embajador de Estados Unidos, Carlos Pascual.
Calderón tenía previsto reunirse con funcionarios en un intento por convencer a los mexicanos y a Washington de que su estrategia de combate a los narcotraficantes, liderada por el Ejército, es la mejor para contener la violencia.
“Calderón no sabe de lo que está hablando, él vive en otro planeta”, dijo Susana Molina, una de los manifestantes que se dirigían hacia el hotel donde el Presidente tenía previsto ofrecer un discurso televisado. “Decimos ‘no más soldados’ y él mandó más”, agregó.
En el titular del periódico local El Diario podía leerse “ya estamos hartos, señor Presidente”. La violencia está sin control en Ciudad Juárez en los últimos meses en medio de la pelea entre el local cartel de Juárez y el de Sinaloa, liderado por Joaquín ‘el Chapo’ Guzmán, por la ruta del tráfico a través de la ciudad industrial, fronteriza con El Paso, en Texas.
La canciller mexicana Patricia Espinosa conversó telefónicamente con la secretaria de Estado de EE.UU., Hillary Clinton, sobre el tema. Ambas acordaron “trabajar muy estrechamente en la investigación de esta tragedia”.
Ayer, Canadá advirtió a sus ciudadanos no viajar a México y en particular a Ciudad Juárez, donde se produjeron las muertes.