Bernarda Mena
EL COMERCIO, en su edición del 25 de febrero, nos recuerda que el Ecuador ha obtenido “calificaciones bajas en los índices mundiales” sobre libertad económica, desarrollo humano, percepción de corrupción, competitividad y facilidad para hacer negocios. Por otro lado, también las calificadoras de riesgo le han castigado con altos índices de Riesgo País, cosa que le ha dificultado el acceso a financiamiento externo con condiciones favorables.
Lamentablemente, el Ecuador es ahora tema de informes que dañan aún más su imagen internacional y el honor de sus ciudadanos. El primero salió hace algunas semanas. Era el informe del International Assesment and Strategy Center, o Informe Farah, en honor a uno de sus autores. En pocas palabras ese informe decía que el país se había convertido en uno propicio para dar albergue al crimen organizado. Los ecuatorianos no nos habíamos acabado de recuperar del golpe bajo que nos propinó ese informe, cuando desde el GAFI nos lanzaron una verdadera carga de profundidad. El GAFI sitúa al Ecuador en una lista negra de países que, según ese organismo, no hacen lo suficiente para detener el narcolavado y el financiamiento del terrorismo.
Según la información proporcionada, estos índices e informes se sustentan en investigaciones técnicas y no en consideraciones ideológicas que busquen desestabilizar gobiernos. En tal sentido, nuestro Gobierno debe responder sin descalificaciones e insultos, que podrían empeorar la situación, sino con pruebas técnicas y contundentes apoyándose en los conocimientos de nuestros más experimentados funcionarios del servicio exterior, pues lo importante es limpiar la imagen internacional de nuestro país a la brevedad.
Diálogo con el Presidente
Eduardo Rodríguez Vaca
El jueves 25 de febrero, por la TV nacional, escuchamos al Señor Presidente en un diálogo con los periodistas Carrión, Correa y la Sra. Cortez que abordaron variados temas mayormente relacionados con hechos internacionales de actualidad como la declaración del GAFI, la Cumbre de Río en Cancún, las relaciones diplomáticas con Colombia, los tratados comerciales con Irán, algunos asuntos nacionales como la actuación de la justicia, la reacción de los indígenas, etc., que el Mandatario contestaba, con sonrisa de por medio, todas las preguntas y desvanecía cualquier equívoco de su Gobierno para mostrarnos que el país es soberano y toma las decisiones correctas en favor de los intereses nacionales. A pesar de que los entrevistadores trataban de acometer con situaciones comprometidas y políticamente complicadas, no lograron descomponerlo ni cambiar su postura, tenía respuesta para todo con su estilo y forma de argumentar, que prácticamente desarmaba a sus interlocutores. Habría sido interesante que se tocaran los problemas más acuciantes del Ecuador, que era lo obvio, pues hubiéramos deseado que nos haga conocer los proyectos y programas que va a poner en marcha para mejorar el sector social, la salud, epidemias, educación, trabajo, falta de empleo, carestía de la vida, inmigración, desastres naturales, medioambiente, seguridad alimentaria, producción, economía, etc., que son los que más preocupa al ciudadano común y corriente de nuestra Patria. Es claro que en 90 minutos no se puede lograr cubrir todos estos temas, pero sería dable que estos diálogos con el Primer Mandatario sean más frecuentes y con una agenda sólida y de interés nacional. El Señor Presidente ya tiene su monólogo de los sábados, a ver si ahora puede concederle al pueblo un “diálogo de los jueves”.