El cierre de vías afecta al transporte pesado

En la vía Cuenca - Molleturo hay constantes desprendimientos de rocas. Foto: Xavier Caivinagua para EL COMERCIO.

En la vía Cuenca - Molleturo hay constantes desprendimientos de rocas. Foto: Xavier Caivinagua para EL COMERCIO.

En la vía Cuenca - Molleturo hay constantes desprendimientos de rocas. Foto: Xavier Caivinagua para EL COMERCIO.

El uso de rutas alternas cuando se cierran las vías principales por las lluvias implica más gastos en combustible y desgaste de los automotores de cargas pesada y liviana.

Juan Carlos Andrade, presidente ejecutivo la Federación de Transporte Pesado del Ecuador -que aglutina a 400 socios- explica que ante los bloqueos realizan recorridos más extensos que significan un consumo adicional de gasolina. Por ejemplo, son de USD 20 a 100 más cuando se cierran las vías de la Sierra centro o la Machala - Guayaquil.

En eso coincide Napoleón Cabrera, presidente de la Federación Nacional de Transporte Liviano y de la Confederación de Transportistas del Ecuador. Él adiciona el desgaste en llantas y el motor, cuando transitan más o deben ir por vías de segundo y tercer orden.

Según el Ministerio de Transporte y Obras Públicas (MTOP), algunas de las vías que más utiliza el transporte pesado son la Alóag–Santo Domingo, Guayaquil–Manta o Quito–Latacunga. En Pichincha, Santo Domingo, Los Ríos o El Oro, la red vial ha sido afectada por los deslizamientos.

Para Hugo Castro Alvear, gerente de Espore Plus S.A., que moviliza producción bananera, el cierre de vías se traduce en pérdida de hasta cinco días de trabajo. “Para cuidar el carro se lo puede guardar, pero tenemos que dar un servicio a los clientes”. Cuando los contenedores no pueden pasar, el producto se estropea al estar en los vehículos por más tiempo del necesario.

Alvear explica que entre Machala y Guayaquil, su ruta normal, gasta cerca de USD 60 en combustible. Si está cerrada, la única alternativa es ir por Cuenca, lo que implica un gasto de hasta USD 100 adicionales, solo para gasolina.

Los dirigentes creen que la mayor cantidad de cierres en lo que va de la época lluviosa, desde enero pasado, se han dado en Azuay (con más de 6 bloqueos), Chimborazo (19 cierres) y Pichincha (2 veces en la vía Alóag).

Tomar rutas alternas en esas provincias implica incrementos de hasta 20% en combustible y tiempo de viaje en trayectos, por ejemplo, desde Cuenca o Riobamba hasta la Costa que toma hasta cinco horas.

Cuando se cierra la Alóag - Santo Domingo, pocos transportistas pueden usar otras rutas para llegar a la capital. Aunque la segunda opción es la Calacalí-La Independencia, la estructura de esta vía dificulta las curvas de vehículos que transportan más de 20 toneladas.

Así lo señala el transportista Jorge Cumbicus, quien prefiere esperar hasta que la vía esté habilitada. “A veces los cierres duran más de 10 horas y debemos alimentarnos, que son USD 20 más por cada persona”. Si son más días, se suma la estadía en hoteles, que cuesta hasta USD 100.

Hay camiones que prefieren viajar por la Calacalí, mientras otros van solo por la Alóag en el día, y llevan almohadas y cobijas por si deben esperar mucho en la carretera.

“Los transportistas de alimentos son los más preocupados, porque es carga perecible. Hacen trasbordos o utilizan vías rurales”, dice Fernando Ortiz, presidente de la Unión de Transportistas de Carga Pesada de Santo Domingo
En el Austro, hay varias vías de descongestionamiento ante los derrumbes por el invierno.

Las que se bloquean son la Cuenca-Molleturo-Naranjal y la Gualaceo-Limón. Ambas tienen carreteras alternas, pero demandan hasta una hora más de viaje, dice Ana Villacís, jefa de logística de Transporte Narváez. La empresa traslada material de construcción hacia y desde Guayas, Manabí y Santo Domingo.

Esta vía presenta bloqueos cada 15 días desde hace más de tres meses, cuando aumentó la intensidad de las lluvias. Por eso cuando hay cierres, los transportistas optan por la Zhud-Cochancay, en Cañar; y cuando las dos tienen problemas los camiones se quedan en la vía hasta que haya paso.

Si las lluvias son constantes, la vía soporta caída de piedras de las montañas en varios sectores y podría ocurrir cualquier accidente, dice Nolberto Jara, transportista, quien lleva dos veces hortalizas y granos hacia Guayaquil, y trae frutas a Cuenca.

En Chimborazo, la vía más utilizada por el transporte de carga es la Riobamba–Guayaquil por donde pasan cerca de 3 500 vehículos pequeños y camiones a diario. Desde febrero pasado y por las intensas lluvias esta vía se ha cerrado 19 veces desde enero de este año.

Francisco Jiménez usa esa carretera para llevar hortalizas y frutas a Riobamba, Durán y Guayaquil. Cuando se cierra al tránsito, toma la Guaranda–Bucay – Guayaquil, que significan dos horas más a su trayecto habitual de cinco horas y cerca de USD 20 de gasto adicional en combustible. “Esto siempre pasa en el invierno; por eso cuando hay un derrumbe y la vía no se habilita pronto, ya ni nos enojamos, nos damos la vuelta y nos vamos”.

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