Chocó, remota región de Colombia donde las FARC capturaron a un general

El Departamento de Chocó, en Colombia, es un sitio donde prima la violencia de la guerrilla. Foto: AFP

El Departamento de Chocó, en Colombia, es un sitio donde prima la violencia de la guerrilla. Foto: AFP

Chocó, la remota región donde las FARC capturaron al general Rubén Alzate, está llena de contrastes: rica en recursos naturales, es también la más pobre de Colombia, epicentro de guerrillas y mafias, y una de las más azotadas por el conflicto armado de medio siglo.

El caserío de Las Mercedes, en el que Alzate fue hecho prisionero junto a otro militar y una abogada el domingo, es una postal de la exhuberancia y el dolor de Chocó. Situado a orillas del río Atrato y rodeado de una vegetación inescrutable, no tiene electricidad ni agua corriente y sus habitantes conviven con el miedo y la tensión.

“En Chocó, se vive una situación diversa al resto de Colombia y no se siente que hay en marcha negociaciones de paz. Es una región apartada y muy vulnerable a la violencia por el abandono del Estado y su situación de pobreza” , contó a la AFP el obispo de Quibdó, capital de Chocó, Juan Barreto.

El Departamento de Chocó, en Colombia, es un sitio donde prima la violencia de la guerrilla. Foto: AFP

Poblaciones como Las Mercedes han sido constantes víctimas del conflicto armado, que las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC, comunistas) y el gobierno buscan acabar con las negociaciones de paz iniciadas en Cuba hace dos años, y suspendidas tras la captura de Alzate hasta su esperada liberación.

“Esto es tranquilo, se vive con poco, pero ahora a la gente le da temor hasta salir a buscar comida. Hay miedo de que se repita el desplazamiento de 1999, cuando esto quedó vacío y nos fuimos todos a Quibdó”, dijo Senen Mosquera, de 51 años y habitante de Las Mercedes.

Este pueblo, como muchos del Chocó, sufrió una huida masiva hace 15 años por el asedio de grupos de extrema derecha, luego de que un policía informara que la captura de nueve paramilitares había sido posible gracias a la colaboración de la comunidad.

La historia parece repetirse, pues el gobierno ha asegurado que guerrilleros armados salieron de casas en el pueblo para abordar al general. Por eso, sus habitantes temen ahora engrosar la lista de 8 000 chocoanos desplazados por la violencia en 2014, según la Iglesia católica.

El miedo, que se percibe en Las Mercedes cuando en medio de una conversación todos callan y voltean a mirar la orilla del río al sentir que una lancha se acerca a alta velocidad, es una constante en muchos caseríos de la región, que viven entre la carencia de servicios básicos y los enfrentamientos de guerrilleros y otros grupos ilegales.

“Combate de la injusticia”

Alzate, comandante de una unidad especial contra la guerrilla, el narcotráfico y la minería ilegal en la zona, visitaba el domingo Las Mercedes -a unos 30 minutos en lancha desde Quibdó- supuestamente para discutir un proyecto energético con la comunidad, según la versión más difundida de su confusa captura.

“Él fue posesionado en diciembre (...) y desde ese momento comenzó a recorrer la región y conoció por dentro la realidad. Dijo que su mayor aporte tenía que ser el combate de la injusticia”, aseguró la alcaldesa de Quibdó, Zulia Mena, explicando que a muchas reuniones comunitarias el militar asistía vestido de civil, como el día en que fue capturado.

Con muy pocas vías terrestres, el río Atrato es la autopista del Chocó y decenas de botes lo surcan constantemente. La población, mayormente negra y con un índice oficial de pobreza superior a 60%, se dedica a la agricultura, la pesca y la minería, una actividad que -como la siembra de coca y la geografía intrincada- atrae a grupos armados.

“En las zonas del río Atrato están las FARC, pero en el departamento están también la guerrilla ELN (Ejército de Liberación Nacional, guevarista) y grupos narcotraficantes”, dijo el obispo Barreto.

“Hay muchas poblaciones atemorizadas, pues cuando un solo actor armado hace presencia, la comunidad continúa su vida con cierta normalidad, aunque condicionada. Pero cuando hay dos grupos ilegales o presencia del ejército y un grupo ilegal, la comunidad se ve muy estigmatizada y se divide”, aseguró.

Fanny Salas, líder campesina del Atrato, aseguró que allí quien tiene un arma tiene el poder. “Con la lengua no se puede enfrentar una bala”, dijo mientras una gallina atravesaba la sala de su casa en Las Mercedes.

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