La presencia de Augusto Barrera en la ceremonia de posesión de Mauricio Rodas, como alcalde de Quito, sería como la cereza en el pastel de este proceso de transición municipal. Son cerca de dos meses de intercambio de información entre las administraciones municipales, saliente y entrante, que son calificados positivamente.
Barrera lo anunció este miércoles y lo ratificó ayer: no estará presente en la ceremonia prevista para el 14 de mayo.
Por fuera de visiones, enfoques, fallas o imprecisiones en la entrega de información, lo importante es que la transición ha sido un proceso que marca una madurez política de las partes protagonistas. Los ganadores, como ya se dijo anteriormente en estas líneas, son y serán los quiteños.
El proceso continúa. Atrás quedan, o por lo menos deben quedar, los malestares o desentendidos de este proceso.
Hay que mirar adelante. Que el alcalde Barrera, previamente a la última sesión del Concejo Metropolitano, haya informado que varios funcionarios continuarán con la próxima administración. Se trata de una buena noticia pensando en los ciudadanos.
Esto, se lo dice, pensando en que la operatividad de los servicios y de la parte administrativa de la ciudad es la prioridad. Simplemente, no puede detenerse. Además, se anuncia un recorrido de obras para este lunes. Esta será la última actividad del actual Burgomaestre. A partir de ese día, Jorge Albán, vicealcalde, estará al frente.
Mauricio Rodas ya tendrá tiempo para hacer los ajustes con mayor tiempo y cabeza. Y, si es del caso, ratificarse en la decisión de continuar con los funcionarios municipales.
Hasta ahí. El otro reto en el mismo corto plazo es poner, desde un principio, su huella en la gestión. Hay ofrecimientos de campaña hechos. Existen críticas sobre la operatividad y conformación del actual Municipio.
Los temas clave, ya se saben: movilidad, ambiente, seguridad, etc. El reloj corre. Cinco años, en administración pública, son poco tiempo.