Redacción Ibarra
En el último semestre unas 50 especies de animales han sido liberadas del Centro de Rescate de Vida Silvestre Guayabillas, en Ibarra (Imbabura).
Este centro, que empezó a operar en 2004 en 4,5 hectáreas entregadas en comodato por el Municipio ibarreño a una fundación privada en el Bosque Protector Guayabillas, llegó a albergar a más de 200 aves, primates, reptiles, mamíferos y tortugas.
1,55 dólares es el costo del ingreso al centro de rescate para adultos y USD 0,60 los niños.A ese sitio llegan animales silvestres retenidos y maltratados en la Sierra norte, Pichincha y Esmeraldas. En jaulas y corrales de diversos tamaños viven provisionalmente tortugas galápagos, una pareja de leones, cuchuchos, ardillas, monos barizos, osos perezosos, guacamayos azules y amarillos, cotorras checa, amazonas brillantes, pericos de cabeza roja, tigrillos, entre otros.
El último huésped fue un bebé oso de anteojos de siete meses de vida. “La Policía Ambiental lo rescató en la parroquia Angochagua, en el nororiente de Imbabura. Fue maltratado, permanecía encadenado y tenía bajo peso. El lunes pasado fue trasladado en cuarentena al zoológico de Guayllabamba”, explicó Romel Benavides, miembro de la fundación que recibe el apoyo de la Cooperativa de Ahorro y Crédito de Mujeres Unidas (Cacmu).
Sin embargo, el dinero para alimentar a los animales y pagar las medicinas y atenciones médicas no abunda. Es por eso que esta fundación creó el ‘padrinazgo’ para proteger a la especies que se recuperan en este centro.
Diversas empresas, cadenas de supermercados y personas particulares aceptaron el ‘padrinazgo’, pero todavía falta apoyo.
Por eso este centro de rescate de especies funciona también como un zoológico para que decenas de turistas observen las diversas especies y comprendan que los animales silvestres no pueden y no deben ser capturados para servir como mascotas.
Esa lección aprendieron el martes pasado Vilma Valdivieso y Gina Naula. La primera arribó de El Ángel (Carchi) y la otra, de Cuenca (Azuay). Ambas llegaron por separado de vacaciones a Ibarra.
“El lugar es agradable y me gusta que haya gente interesada en alimentar y cuidar a los animales silvestres maltratados injustamente por los humanos. Soy maestra y trataré de influir en mis alumnos el respeto por las especies de nuestro país”, aseguró Valdivieso. Naula, en cambio, se sorprendió por el tamaño y la ferocidad de Sabú y Changa, el par de leones que se alimentaba de carne donada. Sabú, con su abultada melena, impresionó a los niños con sus rugidos y sus espectaculares saltos motivados en ese momento por un marcado mal humor.
“El león tiene 15 años y fue traído de Guayllabamba para ayudar a despertar los instintos naturales de Changa, la leona de cuatro años de edad que fue hallada vagando por la Panamericana Norte en Imbabura”, sostuvo Óscar Chauca, administrador del proyecto. Este centro está abierto todos los días, de 10:00 a 16:00. Los adultos pagan USD 1,55 y los niños y niñas, USD 0,60.