Un total de 885 emergencias fue el saldo que dejó el invierno más agresivo que la capital soportó en los últimos 30 años y que se registró entre enero y el 18 de mayo del 2017.
En las calles Larrea y Santiago, una casa patrimonial colapsó por las lluvias. Foto: Vicente Costales/EL COMERCIO
La cantidad de lluvia que cayó sobre la capital fue tal, que en marzo se rompieron récords históricos en Iñaquito, La Tola e Izobamba. Justamente en ese mes es cuando se presentó el mayor número de emergencias en la ciudad.
Las estadísticas que maneja el COE Metropolitano revelan que el centro y el norte de la ciudad fueron los sectores donde hubo más complicaciones.
De todos los casos registrados hasta el 18 de mayo, cerca de la mitad correspondió a lo que los técnicos llaman movimientos en masa.
Entre los sucesos de este tipo están los deslizamientos de tierra y formación de forámenes (grandes huecos), explicó Christian Rivera, director del COE Metropolitano de la Secretaría de Seguridad y Gobernabilidad del Municipio.
Los forámenes se producen usualmente debido a que la tierra se satura de agua en episodios prolongados o intensos de lluvia, y cede. El más grande se abrió en el barrio Ana María, en Cochapamba. Allí, al igual que en otros sectores de las laderas del Pichincha, el Municipio identificó túneles subterráneos producto de explotaciones mineras pasadas. Tan grande fue el cráter, que se registró en ese barrio que una furgoneta con cuatro pasajeros fue a parar en su interior.
En este invierno, la mayor parte de deslizamientos se presentó en la Administración Manuela Sáenz, ubicada en el centro de la capital.
En esa zona, la parroquia más afectada fue El Itchimbía. Entre los barrios que sufrieron mayor impacto están Guápulo, El Panecillo, La Tola, La Libertad y San Juan. Todos ubicados en pendientes, con grandes taludes.
Para Mauricio Moreno, urbanista, la razón es clara:
“El centro está asentado sobre una ladera, rodeado de quebradas. De allí su vulnerabilidad. Además, la construcción de viviendas informales sin profesionales es otro agravante”.
María Chasig, quien vive en La Libertad, cuenta que hace un mes parte de la montaña se desplomó sobre el patio de su casa. Admite que para construir su vivienda no hizo estudios de suelo y que su esposo se encargó del desbanque.
El centro de la urbe es, también, la zona donde ocurrieron más colapsos estructurales: casas o cerramientos que, debido a la gran cantidad de lluvia, sufrieron algún daño.
La mayoría de viviendas afectadas está en la parroquia Centro Histórico. Allí, 17 casas sufrieron daños. También se atendieron emergencias en San Juan, en La Libertad y en
El Itchimbía.
Alfonso Ortiz, excronista de la ciudad, explica que de la arquitectura del Quito colonial quedan solo los conventos y las iglesias. El resto de viviendas, explicó Ortiz, ha sido modificado y reconstruido, por lo que advierte que el problema para que las casas hayan colapsado en este sector no es necesariamente su antigüedad, sino la falta de mantenimiento y el abandono en el que se encuentran.
Y Rivera puntualiza que en esa zona las casas son de adobe, material que es mucho más vulnerable frente a la lluvia.
Pero también se registraron estas emergencias en otros puntos de la ciudad.
Un muro de contención destruyó por completo la casa donde vivía Regina Dieguillo, en Laderas del Cisne, en el norte de la ciudad. Por efecto de la lluvia, la casa de Sandra Guachico, ubicada en Atuchucho, colapsó y debió pedir posada a su hermana y abandonar el hogar en el que vivió nueve años junto con sus hijos.
Otras emergencias atendidas por el COE en el invierno se relacionan con inundaciones y caídas de árboles.
La zona más afectada fue la Administración Eugenio Espejo, en el norte de la ciudad. Allí, se vinieron abajo 35 de los 93 árboles caídos en la ciudad durante el mal temporal. Le sigue la Administración Eloy Alfaro, con 14 árboles caídos.
La Administración Eugenio Espejo también registró el mayor número de inundaciones, en especial en los pasos deprimidos y en las zonas bajas.
Fabricio Zambrano, subgerente de la Empresa Pública Metropolitana de Agua Potable y Saneamiento (Epmaps), explicó que ese sector ha sufrido un proceso de urbanización acelerado y los espacios que antes eran áreas verdes, hoy son calles y edificios.
Por ello el agua -que antes era absorbida por el suelo- hoy va al sistema de alcantarillado, que en ciertos puntos no tuvo la suficiente capacidad hidráulica.
Zambrano dijo que la Epmaps realizará el colector de interconexión entre Mirador Sur y Caicedo, en el sector La Y.
Calderón es una de las zonas donde menos emergencias ocurrieron, a pesar de que es considerada de riesgo. Eso tiene que ver, dice Rivera, con la intervención en prevención que el Municipio realizó en las laderas de Santa Bárbara y de San Francisco.