Causas variadas para la violencia

¿Hay alguna semejanza en el tipo de violencia en las  urbes  de América Latina? En la evaluación del investigador Benjamín Lessing, de la Universidad de Berkeley y del Instituto de Estudios de la Religión (Iser), hay  un histórico índice de bajos ingresos, problemas políticos y  migración que se repite en varias ciudades.

Pero hay diferencias en las dinámicas de la criminalidad que influencian la sensación de inseguridad, pero no se reflejan en las tasas de crímenes.

“Es claro que la tasa de homicidios es un indicador, pero esta no revela las diferentes dinámicas de la violencia en esas ciudades. En Río hay un conflicto territorial en las favelas conectado con el narcotráfico. Eso no existe en Buenos Aires. En Colombia, había guerra con los paramilitares”, señala.
 
En  opinión del director de Investigación del Instituto Sangari, Julio Jacobo Waiselfisz, un punto en común en América Latina y en el Caribe es el gran número de jóvenes envueltos en el crimen. Según el investigador, la  violencia, hasta inicios del  año 2000, siempre estuvo asociada a la cuestión del narcotráfico, pero ahora está  cambiando.

Según él,   el problema de la juventud  llama la atención de los gobiernos. Este  nuevo enfoque puede ayudar a las autoridades de las ciudades a que creen políticas específicas para reducir el  índice de criminalidad.

“Los jóvenes  estuvieron envueltos con el crimen, pero como había una gran atención dada al narcotráfico, la participación de la juventud quedaba enmascarada”, dice Waiselfisz.

En los últimos años eso  cambió. En las grandes ciudades hay un ejército de jóvenes de bajos recursos  y sin estudios que no encuentra forma legal de inserción en la vida de la ciudad. “El tráfico y el crimen acaban siendo la única salida ofrecida”. 

El científico político e investigador del Iser, André Luiz Rodrigues, señala  que la integración regional es una alternativa importante para reducir las tasas. Para   él, aún existe  una fuerte resistencia a este tipo de estrategia, que podría cambiar más rápidamente la situación  actual.

Sao Paulo   bajó las  tasas de homicidios. Río de Janeiro también lo hizo, aunque más lento. “Pero una cosa que sucedió en Sao Paulo y que ciertamente tuvo impacto en los índices, fue la integración regional de la política de seguridad. No es posible, por ejemplo, hacer gestión de seguridad pública sin integrar a Río a la Bajada Fluminense”, dice Rodrigues.

La directora ejecutiva de la ONU-Hábitat, Anna Tibaijuka, sostiene algo parecido. Para ella, es preciso que haya una política de seguridad pública que cuente con la participación de los habitantes y de la planificación urbana en las favelas.
“Es decir, una política pública amplia, que incluya vivienda y servicios públicos. La prevención del crimen es un elemento clave para ese abordaje integrado”.

Añade que los esfuerzos para construir un Río de Janeiro más acogedor para el  2014 (año en que será sede de la Copa del Mundo) o para el  2016 (año de las Olimpiadas) deben comenzar.

La Policía también está salpicada por los delitos. Además de Río de Janeiro, donde hay casos de agentes envueltos con asaltos o narcotráfico, San José (Costa Rica) tiene registros de policías cómplices de esos delitos.  En México también hay de esos casos.

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