Redacción Política
En la página 9 del Plan de Gobierno 2007-2011 del presidente Rafael Correa se relata un compromiso que luego de tres años ha quedado en segundo plano. “No proponemos seguir a líderes mesiánicos (…) no creemos en liderazgos individuales que conduzcan a la constitución de estructuras verticales y caudillescas, sino en liderazgos colectivos…”.
A criterio del académico Simón Pachano, esta idea inicial se quedó en la teoría porque el Gobierno trabaja bajo la imagen del presidente Correa y no con base en la institucionalidad del Ecuador.
El viernes, Alianza País estará de aniversario con su proyecto de revolución ciudadana. Pero al evaluar los resultados en dos de los cinco ejes del plan de gobierno inicial, la reforma política y la integración latinoamericana, se encuentran luces y sombras.
“El triunfo en la segunda vuelta no se debió a un plan de gobierno ni a una propuesta de contenidos sino un acto más emocional que era ofrecer un cambio y una voluntad política”, dice Pachano.
En ese sentido, cree que la Carta Política que se aprobó está diseñada solo para Correa, por su gran apoyo popular, y no para perdurar en el tiempo. “La Constitución ya le está causando ciertos problemas al Primer Mandatario, pero va a limitar la gestión de otro gobernante que no tenga un alto respaldo popular como el actual”.
La postura política del Gobierno se inspira en el denominado modelo del Socialismo del Siglo XXI. Sin embargo, a criterio de Diego Delgado, político de izquierda y militante del Movimiento Socialista, el Régimen se aleja de estos conceptos. “Intenta realizar algunas reformas marginales para concentrar apoyo social pero para reforzar su política neoliberal”. Dice que es notoria su ansiedad por entregar los recursos mineros a las compañías multinacionales.
“No puede haber socialismo que no recupere el patrimonio social y nacional de su Patria. Este es un Gobierno antiobrero, antisindical, contrario a derechos como los de organización u opinión”.
Más allá de los resultados internos que ha dejado el gobierno de Correa, a nivel externo sus tesis mantienen fuertes lazos con los proyectos de Venezuela y Bolivia. La lejanía con EE.UU. es notoria.
Reforma Política
El plan del Gobierno
La participación ciudadana es un eje transversal de su propuesta
Convocaremos a una consulta nacional que apruebe la realización de la Asamblea Nacional Constituyente (…). El pueblo será el responsable de apoyar o no la realización de una Asamblea Nacional de plenos poderes.
Esta Asamblea tendrá como tarea elaborar un nuevo texto constitucional para construir una democracia activa, radical y deliberativa orientada a consolidar y garantizar los derechos civiles, políticos, sociales y colectivos. Propiciar un modelo participativo a través del cual todos los ciudadanos y las ciudadanas puedan ejercer el poder, formar parte de la toma de decisiones públicas y controlar la actuación de sus representantes políticos. Para lograrlo, la sociedad movilizada tendrá que acompañar estrechamente las deliberaciones de la Constituyente.
Proponemos ir a un proceso agresivo de descentralización, de desconcentración y de correctas autonomías. Esta tarea pasa por desprivatizar el actual Estado (…). Esto mejorará la calidad de la administración pública y la transparencia, lo que elevará la calidad de la democracia y consolidará las instancias de participación y control de la ciudadanía.
Redacción Política
La convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente fue el primer paso del cumplimiento del eje denominado La Revolución Constitucional y Democrática.
El 81,7% de la población la respaldó. Esta Asamblea trabajó entre noviembre de 2007 y julio de 2008 para la redacción de la nueva Carta Magna. La idea era “transformar el marco institucional del Estado”. El proceso que se siguió está delineado en las páginas 19 y 20 del plan de gobierno. Es decir, este proceso se cumplió.
Es la primera vez que se aprueba una Carta Magna “participativa e incluyente”, según la versión oficial. Aunque, el camino para su instauración tuvo serios conflictos que empañaron los procedimientos democráticos. Fue el caso de la destitución de los diputados de oposición y la instauración del ‘Congreso de los manteles’, en marzo de 2007. Otra polémica en torno al proceso de la Asamblea Constituyente se dio en su tramo final, cuando se aprobaron los textos constitucionales sin mayor debate y en jornadas maratónicas con poca discusión.
Aunque la participación ciudadana fue un eje transversal de la propuesta, la institucionalidad y los procesos tienen un déficit. Es por ello que ahora que el Gobierno cumple tres años en el poder, se ha abierto frentes de conflicto con sectores sociales, quienes se sienten discriminados a la hora de debatir proyectos de ley que la Legislatura debe aprobar para viabilizar la Carta Política.
En la página 22 del plan de gobierno se propone “estimular y crear mecanismos de participación de la ciudadanía, como presupuestos participativos, fiscalización social de la obra pública, veedurías ciudadanas”.
De estos procesos se ha visto muy poco. De hecho, aún está en ciernes la conformación del Consejo de Participación Ciudadana y Control Social (Cpccs), el cual deberá designar a las principales autoridades del país.
Para Genaro Eguiguren, docente de la Universidad Andina, el proceso de reforma empezó con la redacción de la norma suprema. Luego vino el cambio en la normativa de jerarquía inferior -códigos y leyes- . Para esta etapa “no se esperó a que estuviera concluido el nuevo texto constitucional y la Asamblea de Montecristi asumió el papel del legislador expidiendo ‘mandatos’ y leyes que anticipaban los contenidos constitucionales”.
Para el jurista, la actividad legislativa de entonces, así como la que lidera la actual Asamblea, trabaja más en función de las urgencias políticas que de los contenidos. “Esto -inspirado en el principio de que el fin justifica los medios- ha supuesto reducir los niveles de socialización y a prescindir de las técnicas legislativas”. Para Ricardo Patiño, ministro de la Política, el éxito ha sido importante. “Se avanzó en la nueva institucionalidad del Estado”. Sobre la participación ciudadana -dice- aún hace falta construir cultura política.
Integración
El Plan del Gobierno
La integración latinoamericana fue uno de sus pilares
Proponemos mantener una posición clara frente a los principales problemas de Ecuador en sus relaciones internacionales que rescaten su dignidad y soberanía. Planteamos consolidar la defensa y salvaguardia de los Derechos Humanos, respetando y operativizando los acuerdos nacionales e internacionales firmados.
En los temas del manejo de la soberanía territorial y los de seguridad el Ecuador, proponemos mantener una posición abierta a la negociación, pero firme en la defensa de la dignidad nacional y sus recursos. Frente al conflicto colombiano, defenderemos la neutralidad del país en concordancia con los otros estados de la región, no intervendremos en un problema interno que corresponde a ese país, y notificaremos a los Estados Unidos la no renovación del Acuerdo sobre la Base de Manta.
El sueño del Libertador Simón Bolívar puede ser vano (…). Es momento que América Latina, supere falsos fines de conformar grandes mercados, grandes consumidores, porque lo que necesitamos ahora es que los ciudadanos se unan y se comprometan para que construyan esa gran Nación Latinoamericana, vigorosa
y solidaria.
Redacción Política
En su política internacional, el Gobierno marcó un hito, apegado a los conceptos del denominado Socialismo del siglo XXI. Esa “defensa de la dignidad y de la soberanía” tuvo su clímax luego del ataque de Angostura del 1 de marzo de 2008.
El eslogan de campaña de querer una “Patria altiva y soberana” se ha mantenido intacto, aunque eso haya producido, en un momento, ciertos remezones a nivel comercial. De hecho, uno de los puntos más polémicos fue la ruptura de relaciones con Colombia y la pugna regional por la instalación de bases norteamericanas en territorio colombiano. El presidente Rafael Correa se alineó al discurso de su homólogo venezolano Hugo Chávez para rechazar esa decisión por un supuesto riesgo para la región. Sin embargo, un logro fue la consolidación de una posición fuerte en la Unasur, instancia de reciente creación.
Aunque en el Plan de Gobierno 2007-2011 no se especifica el fin de las relaciones con Estados Unidos, los nexos paulatinos con países como Irán marcaron un distanciamiento. No obstante, luego de dar fin al Acuerdo de funcionamiento de la Base de Manta, Estados Unidos ratificó las preferencias arancelarias para el Ecuador, lo cual trajo beneficios.
La hoja de ruta del Primer Mandatario establece claramente: “No buscamos una confrontación con Estados Unidos pero sí defenderemos inclaudicablemente el interés nacional, con una estrategia preferiblemente alineada con el resto de Sudamérica”.
Esto se cumplió, así como el rechazo al Trato de Libre Comercio con la potencia norteamericana.
Alianza País estableció como una tarea establecer vínculos con la mayor cantidad de economías relevantes. En el documento se cita a China, India y Europa.
En el último año, sobre todo, se concretaron visitas diplomáticas a países como Rusia. El argumento del Gobierno ha sido que este acercamiento responde a intereses comerciales, es decir con el fin de ampliar mercados en beneficio de las exportaciones ecuatorianas. A la par, en 2008, el Ecuador estrechó sus relaciones con Venezuela. Esto produjo, por un lado, la formalización de contratos petroleros, pero también críticas internacionales por la política armamentista del país bolivariano, con tendencia de izquierda.
En los últimos meses, el Gobierno ha demostrado su interés en dinamizar su presencia en diferentes países. Con el relevo de 15 embajadores, se denotó su intención de dar un giro a su política exterior. Asimismo, dos nuevas embajadas se abrirán en Turquía y Sudáfrica, y las de India y China se han fortalecido con nuevo personal. Esto significa que Ecuador busca ampliar su agenda comercial y económica en el mundo.
Pero, el ex canciller José Ayala Lasso, en un reciente artículo sostuvo que “los cambios en las embajadas han dado como consecuencia la progresiva desinstitucionalización de la diplomacia”.
Lo pendiente
El fortalecimiento económico de la región aún no se concreta.
Los organismos internacionales de crédito serán bienvenidos, en tanto sean capaces de impulsar, conjuntamente con el Estado, proyectos de inversión que generen desarrollo de competitividad local o nacional. Los programas sociales son responsabilidad del Gobierno central y local.
Estructurar una estrategia de inserción soberana y competitiva en el comercio mundial, que logre acuerdos favorables para el país y su economía. No se respaldará los malos tratos y acuerdos comerciales, de inversión externa o de otro tipo.
Punto de vista
Patricio Moncayo / Analista político
En lo político se contradice
Hay una contradicción en el plano político. La nueva Constitución aprobada en Montecristi habla de nuevos derechos sociales y políticos para los sectores ciudadanos y la materialización de esas reinvindicaciones toma tiempo. Los sectores sociales ahora exigen que esos derechos se cumplan y como no se lo hace se abre una confrontación.
Los sectores que inicialmente apoyaron al Gobierno, como el MPD, los educadores, el movimiento indígena, reaccionan frente a esa situación, se sienten vulnerados; el Presidente se ve enfrentado, por un lado, a la vigencia de la Constitución y, por otro, a las presiones de los sectores sociales. La Carta Magna se convierte en un problema para el Mandatario.
Se resquebraja la base social de sustentación del Gobierno. Comienza a abrirse un debate en torno su liderazgo personal y un liderazgo ideológico de este proceso. El Presidente ha estado entrampado en una contradicción entre el discurso de la revolución ciudadana y la realidad. El discurso para él le fue muy rentable para consolidarse electoralmente, ahora surge el problema porque no hay nuevas elecciones.
El estilo caudillista de Correa responde a un concepto de democracia directa del líder con su pueblo. El Primer Mandatario considera que en esta “democracia” los partidos quedan fuera. Eso es un error.
Alberto Acosta / Ex constituyente
La lógica en la región es firme
En la revolución por la dignidad, la soberanía y la integración latinoamericana planteada en el Plan de Gobierno del binomio Rafael Correa – Lenin Moreno hay más aciertos que desaciertos.
Específicamente, desde hace un año hay más coherencia, bases sólidas que rescatan la soberanía e integración internacional. Se concretan cosas y elementos claves para la economía y las relaciones internacionales. Por ejemplo, el hecho de mostrar una posición firme con Colombia, luego del ataque de Angostura, es una estrategia, ya que a la par se restablecen relaciones entre los dos países pero en un ambiente de respeto mutuo. Otra propuesta fue impedir el Tratado de Libre Comercio (TLC) y se cumplió.
Otro punto positivo es que Ecuador es uno de los actores principales de la Unasur y de la Alternativa Bolivariana para los Pueblos de nuestra América; creo que verdaderamente el país lidera la nueva arquitectura financiera regional.
Es meritorio también que apoye el proceso democrático en América Latina, lo cual sacudió a la región.
El hecho de relacionarse con más países es positivo. La lógica es mejorar los mercados. Hay que tener claro que estos resultados no se ven ahora, sino de aquí a 10 ó 20 años. Este eje de la revolución ciudadana es uno de las más sólidos, firmes y coherentes, en el último año.