En Rocafuerte, solo el 20% de los moradores se abastece de agua potable y el resto debe almacenar el agua en tanques. Foto: Juan Carlos Pérez/PARA EL COMERCIO
La época invernal y el colapso de los servicios básicos incidieron en la proliferación de zancudos, especialmente en las zonas afectadas por el terremoto del 16 de abril del 2016.
Manabí es una de esas. Hasta la primera semana de mayo se registraron 2 134 casos de enfermedades como el zika, dengue y chikungunya, que son transmitidas por el zancudo aedes aegypti.
De esas enfermedades la más común es el dengue, con 1998 casos en Manabí. El Ministerio de Salud explicó que este año se ha enfatizado en la prevención del zika, especialmente en las mujeres embarazadas, debido al riesgo de complicaciones congénitas para el niño. Los casos no llegan a 50 en esa provincia.
María Belén Morán, subsecretaria Nacional de Vigilancia de la Salud Pública, explicó que Manabí es una zona propensa a estas enfermedades, debido a la falta de infraestructura sanitaria y a los problemas de inundaciones que se registran cada año en la época invernal. “Hay sectores que desde el terremoto no cuentan con agua potable y alcantarillado. Eso conlleva a que almacenen agua en recipientes y es ahí, en el agua estancada donde se reproducen las larvas”.
En el caso de Portoviejo se ha restablecido el 35% de los servicios de alcantarillado y agua potable. El nuevo sistema está a cargo de Ecuador Estratégico con una inversión de USD 1,4 millones, según el Municipio.
La falta de esos servicios y las inundaciones registradas desde el mes pasado han ocasionado que la capital manabita, Portoviejo, sea la que mayor número de casos de dengue registre en el presente año. Según el Ministerio de Salud, se han identificado 595 casos.
José Andrade es uno de los enfermos. Él vive en el sector El Mamey, que fue uno de los afectados por las lluvias durante el mes anterior. “Desde que empezó a llover, las alcantarillas se rebosaron y la cantidad de mosquitos aumentó desde ahí”.
Andrade tardó una semana en recuperarse. En su barrio se hizo un cerco epidemiológico, debido a que unos seis vecinos más también tuvieron síntomas de dengue: fiebre y dolor en las articulaciones. “Pedimos que fumigaran, pero las brigadas llegaron luego de que nos enfermamos”.
Pero Morán señaló que la fumigación no es la solución, porque no erradica las larvas que se reproducen en el agua estancada. Por eso, esa Cartera de Estado trabaja en un plan de abatización desde el 2014. Este consiste en entregar cada dos meses un biolarvicida a los habitantes, que es un líquido que se mezcla con el agua y elimina a las larvas del zancudo.
Además, se destruyen los criaderos y se hacen mingas en las comunidades. En este año se ha realizado el control de criaderos en 1 473 226 casas y se fumigó en 520 330, en todo el país. Para estas tareas se cuenta con 2 184 trabajadores.
La funcionaria señaló que la ciudadanía también debe ayudar. Por ejemplo, limpiar los tanques y taparlos; botar la basura a tiempo, evitar tener llantas y otros recipientes guardados donde puedan reproducirse los vectores. Además, utilizar repelente y toldos.
En el sector Tierra Bonita, de Rocafuerte, los moradores no tienen agua desde el terremoto. Ellos deben comprar tanques que cuestan USD 1,50. O colocar recipientes en los patios para recoger el agua lluvia. Esos tanques permanecen destapados por semanas y ahí se han detectado pequeñas larvas. Sin embargo, en ese cantón solo se han registrado 14 casos de dengue y uno de chikungunya.
La directora del Departamento de Vigilancia Epidemiológica de Chone, Mayte Arteaga, señaló que en esos cantones hay subregistros de las enfermedades vectoriales, porque los moradores aprendieron a convivir con ellas. “Si se sienten mal, se toman una pastilla para el dolor o remedios caseros y evitan venir a los subcentros”.
José Holguín, por ejemplo, tiene síntomas de dengue como fiebre, dolor de cabeza y sarpullido. Pero no piensa ir al médico. “Con el terremoto mi casa quedó sin protecciones. Si salgo, me roban”.
Arteaga señaló que la automedicación puede ser riesgosa y empeorar los casos. “Estamos haciendo campañas, especialmente para las mujeres embarazadas que pueden padecer del zika”.