Redacción Guayaquil
El escenario no ha cambiado. Pero el lamento y, a la vez, el clamor de justicia es igual como el drama de los actores que siguen siendo los mismos aunque con fisonomías diferentes a la de años anteriores.
A seis años de ese hecho, que para muchas familias se convirtió en pesadilla, el caso Fybeca sigue conmocionando a la ciudadanía. Ayer, familiares de las víctimas, como lo hacen cada 19 de noviembre, volvieron a ese lugar para mantener vigente su protesta.
21 agentes absueltos
A las 07:15 del 19 de noviembre de 2003 se produjo una balacera en la farmacia Fybeca, en La Alborada, en Guayaquil.
El jefe del operativo, Eduardo González, y 20 policías fueron procesados por la Corte de Policía. En 10 meses fueron absueltos.
Un equipo de expertos en desaparición forzada de las Naciones Unidas se mantiene al tanto del caso en Ecuador.Las ‘Tres Dolores’, como se conoce en esta lucha a las viudas de Guime Córdova, Carlos Andrade y Johnny Gómez, por la coincidencia de sus primeros nombres, lideraron un plantón junto a las familias de César Mata y Erwin Vivar. Ambos junto con Gómez desaparecieron tras el operativo.
Los hijos de las víctimas de la masacre –que dejó ocho muertos y tres desaparecidos- juegan sobre pancartas y fotografías de sus padres colocadas fuera de la farmacia. Con mucha habilidad, esquivan ocho cruces blancas y otras cuatro coronas de flores.
Esto ocurre mientras sus madres, con lágrimas en los ojos, no solo recuerdan este hecho que marcó sus vidas sino que insisten en el pedido de justicia. Como sintieron que ese clamor no encuentra oídos en las autoridades nacionales, mantienen ahora una demanda en el extranjero.
Allí estaba Billy Navarrete, secretario del Comité Permanente por la Defensa de los Derechos Humanos. Él cuenta que el reclamo ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos no tardará en resolverse. “Recurrimos a otras instancias, ante la descarada impunidad que ha gozado este caso, a nivel de la administración de justicia, pese a la gran cantidad de pruebas y evidencias”.
Hubo otro cuestionamiento. Pese a que hubo ocho asesinatos y tres desapariciones, prevaleció el prestigio de una institución policial que, “además encubrió el hecho de manera descarada”.
Con micrófono en mano, Dolores Guerra pidió que le entreguen las cenizas de su esposo para poderlo enterrar. Ella era cónyuge del desaparecido Johnny Gómez. Tras el hecho, lo pudo identificar en una fotografía de diario El Universo, publicada un día después, mientras era detenido.
“Yo no tengo esa tumba donde poner flores a mi esposo como sí la tienen las otras dos Dolores. Por ello, todo el Ecuador es la tumba de Johnny, César Mata y Erwin Vivar, desaparecidos por la Policía”.
Para Dolores Briones, esposa de Guime Córdova, mensajero de la farmacia, el mayor dolor que tiene es ver el sufrimiento de su pequeño de 8 años. “El Día del Padre, una compañera de la escuela se le burló diciéndole para qué hacía una tarjeta si su papá estaba muerto. Fue muy duro cuando llegó llorando a la casa. Yo le digo que el papito está en el cielo, donde Dios quiso llevárselo”.
Igual drama es el de Dolores Vélez, esposa de Carlos Andrade, el cliente que murió mientras compraba pañales y a quien, en la escena del crimen, se le mostró junto a una granada de mano. Su hija, que tenía entonces tres meses, cuenta que su padre le hace mucha falta hasta ahora.
“Esta es una lucha que no va a acabar porque Dios es el que nos da fortaleza para seguir adelante. Todo esto ha sido muy duro. Por tres años tuve la ayuda de la Iglesia con los pañales y ahora me han dado una beca de estudios. El Estado ecuatoriano debió convertirse en padre de nuestros hijos”.
Durante toda la mañana, los familiares de las víctimas del caso Fybeca recibieron múltiples muestras de adhesión.