Redacción Quito
La capacidad de atención y reacción de los hospitales públicos de la ciudad, ante la hipótesis de un sismo, depende de la aplicación de los planes de contingencia en cada casa de salud.
Ayer, en el segundo piso del hospital Carlos Andrade Marín, Marina Tarapués y su hija Gabriela no estaban seguras de cuál era la salida más próxima. Ellas no recordaban exactamente la ruta por la que ingresaron hasta el segundo piso de esa casa de salud. “Dimos varias vueltas porque no hay suficientes señales y los médicos y enfermeras se molestan si preguntamos”.
Los recursos
En caso de un desastre, el personal de Salud evaluará a los pacientes según su estado en tres categorías: rojos, amarillos y verdes.
En los hospitales públicos existen 22 ambulancias. Según la Dirección Provincial de Salud, se requieren al menos 40 unidades. En Quito hay un helicóptero de la Policía que se utiliza para el traslado de pacientes.
El Hospital Eugenio Espejo atiende en 36 especialidades y recibe un promedio diario de 300 personas en emergencia y 900 en consulta externa. Tiene la capacidad de funcionar por 72 horas recursos propios.
En el Hospital Carlos Andrade Marín existe un plan para instalar señales informativas. El hospital tiene recursos para funcionar independientemente por 10 días en caso de desastre.En caso de una emergencia que obligue a evacuar las instalaciones las visitantes tampoco sabían qué hacer. Las señales de salida faltan en algunos corredores y en otros se confunden con otro tipo de señalética.
Por eso, las autoridades de salud acogieron, como política nacional, el programa de hospitales seguros, impulsado por la Organización Mundial de la Salud.
El coordinador de Gestión de Riesgos de la Dirección Provincial de Salud, Manuel Minaya, aseguró que todos los hospitales públicos de la ciudad desarrollan un proceso de gestión de riesgos. Esto incluye la evaluación de riesgos, la elaboración de un plan de contingencia, la capacitación del personal, la conformación de brigadas de emergencia y la socialización del plan entre el personal y los usuarios de los centros de salud.
El hospital Carlos Andrade Marín no es la excepción. La doctora Mónica Chávez, directora técnica de Medicina Crítica, explicó que el proceso de gestión de riesgos se inició en abril del 2009. En 11 meses se realizó una evaluación funcional, estructural y de equipamiento, para trazar un plan de contingencia. Luego el personal fue capacitado y se crearon brigadas contra incendios, de primeros auxilios y de evacuación y rescate.
El mismo procedimiento se cumplió en el Hospital Eugenio Espejo (HEE). Luego de las mejoras en la infraestructura y la preparación del personal, el hospital de especializaciones alcanzó una categoría B. Según Maribel Cruz, presidenta del Comité de Operación de Emergencias del HEE, esto quiere decir que el centro de salud ofrece un buen nivel de seguridad para los cerca de 3 000 pacientes, médicos, personal administrativo y visitantes que circulan en las instalaciones a diario.
En la sala de espera de la consulta externa, Jorge Cunalata no se había dado cuenta de la señalización sobre las paredes que indican las vías de salida. Pero sí se había percatado de los extintores y mangueras contra incendios que hay en los corredores.
Para mejorar la atención y el interés de los usuarios, el HEE iniciará una campaña de información con videos que informen las normas de seguridad que deben seguir los usuarios en caso de emergencia.
No obstante, Minaya aseguró que en el peor de los escenarios la red de hospitales públicos, centros y subcentros de salud de la ciudad están en capacidad de absorber la demanda de atenciones médicas urgentes. “También se preparan planes de evacuación de cada hospital en caso de ser necesario”.
Para eso, se establecerán procedimientos para la evaluación y traslado de los pacientes según la gravedad, en coordinación con los organismos de socorro. También se preparan equipos especializados que pueden movilizarse a las zonas de desastre.