El domingo se divulgaba la noticia. La Policía había capturado a los presuntos hechores de un horrendo crimen: el asesinato del general Jorge Gabela, ex comandante de la Fuerza Aérea Ecuatoriana (FAE) durante el presente Régimen.
Las primeras informaciones decían ratificar que el móvil del crimen habría sido el robo a la hija del General, quien fue baleado en la puerta de su casa y murió días después. El Ministro del Interior se apresuró a comentar ante los medios de comunicación que de ese modo se descartaban otras teorías sobre el asesinato. El Secretario de Estado dijo que se trataba de un intento de robo agravado. Pero la viuda del general Gabela insistió en que su marido había sido amenazado.
El general Gabela denunció públicamente que la compra de los helicópteros Dhruv, fabricados en la India, no convenía a los intereses del Estado.
Tras la captura de los sospechosos surgen otros elementos que tornan más compleja la trama. La familia del General pide que el Ministro del Interior comparezca a declarar y formalizan esa petición ante la Fiscalía del caso.
Para sustentar su pedido dan a conocer el contenido de una carta en la cual el Ministro del Interior le pide a la señora Patricia Ochoa, viuda del general Gabela, que no se pronuncie sobre el crimen de su esposo. La misiva dice en una de sus partes: “Le envié una comunicación a la señora viuda de Gabela para pedirle de favor, y con todo respeto, que si ella sabe algo se lo diga a la Policía, no se lo diga a otras personas y menos como información de prensa que no tiene control”.
En un caso tan delicado como este en que la verdad está en juego, ni convienen ni proceden las declaraciones políticas anticipadas a la justicia.