Carter y Raúl Castro

Jimmy Carter fue a visitar a Raúl Castro. La iniciativa fue de Raúl. Quería dejarle saber al presidente Obama que todo era negociable, incluida la libertad de Alan Gross, norteamericano condenado a 15 años de cárcel por obsequiar computadoras y equipos de comunicación para que los desinformados cubanos pudieran acceder a Internet. De momento, no liberó a Gross, pero todo se andará.

¿Qué quiere Raúl Castro a cambio de su rehén? Fundamentalmente, dos objetivos: que la Casa Blanca elimine las restricciones de viaje a los norteamericanos para multiplicar la cifra anual de turistas que visitan la isla, y que Washington interrumpa la ayuda económica y la distribución de equipos electrónicos a la oposición cubana. En todo caso, esa ayuda ya está detenida por obstáculos legales interpuestos por el senador demócrata John Kerry, presidente del Comité de Relaciones Internacionales.

¿Tiene Raúl algo más que brindar? Muy poco y escasamente elegante: se trata de un cambio en la estrategia represiva. En síntesis, maltrata con menor crueldad a sus compatriotas. Escalonadamente, liberó a los 75 demócratas presos en la llamada “primavera negra” del 2003, deportando a España a la mayoría, y es posible que libere gradualmente al centenar de presos políticos que continúan encarcelados.

Ahora no condena a los disidentes a largas penas. Se limita a infiltrarlos para saber sus movimientos, golpearlos, detenerlos por períodos breves o les lanza sus “actos de repudio”. Raúl ha comprobado que para mantener a la sociedad en un puño, basta con aterrorizarla. Fidel era exageradamente punitivo.

Es posible que también abra un poco la economía en el VI Congreso del Partido Comunista que celebrará en abril. Sabe que los cubanos desean poder comprar y vender sus viviendas.

Tampoco ignora que el deseo de salir o entrar a Cuba libremente trasciende las ideologías políticas. Sotto voce, los cubanos señalan que Raúl Castro no tiene moral para quejarse de que el Presidente norteamericano no deja viajar a los norteamericanos a la isla, cuando él mantiene secuestrado a su propio pueblo.

¿Habrá un cambio sustancial en la política estadounidense hacia Cuba tras la visita de Carter? No lo creo. La percepción en Washington, a juzgar por los WikiLeaks, es que el régimen cubano está en una fase final de desmoralización y desgaste. La corrupción es rampante, los hijos de muchos dirigentes se marchan del país, y el estado anímico que prevalece en los cuadros medios es de fin de régimen. Raúl no lo ignora, pero no podrá impedir el desastre mientras mantenga un modelo colectivista de partido único y obediencia total. ¡Hasta la derrota siempre, General!

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