Mariana Deidán Galarza
“Cuando la gente grita es porque se le acaban las ideas”. Como ecuatoriana y madre tengo derecho a protestar.
Tristemente observo cómo un hombre atrincherado en una bella ciudad levanta la voz y revestido de una falsa valentía hostiga a su ciudad a llenarse de resentimiento y desagrado.
No soy política porque soy sabia.
Sin conocerla personalmente a la ministra Elsa Viteri, yo y mucha gente podríamos asegurar que es una mujer digna, una dama con trayectoria impecable, una colaboradora del Gobierno, sincera y cauta. Pues jamás ha sido ‘figureti’ y con la sencillez que le caracteriza es una mujer carismática y sabia. Conoce su profesión y sabe de lo que habla y ejecuta.
Desgraciadamente la realidad humana es una completa ingratitud, un descuido espiritual, una mediocridad que daña el alma. Jamás agradecemos, siempre exigimos más y en medio de tanta oscuridad espiritual, aún nos atrevemos a nombrar a Dios, empujando a la gente a una guerra de soberbia humana.
El orgullo y vanidad del cual está forrado usted señor Nebot, realmente no tiene límites. Usted jamás reconocerá los méritos ajenos, usted y su prepotencia no le permitirán encontrar una visión correcta de la realidad, pues para eso se necesita humildad y… “usted es la afirmación aberrante del propio yo”.
Usted es un humano común y corriente, un líder fatuo con la grata posibilidad de pararse en una tarima y gritar hasta perder la voz.
Lo maravilloso sería que grite para unir, no para separar. Que grite para agradecer, no para enseñar a odiar. Que grite para obtener un país placentero, sonriente, agradecido, donde los que habitamos seamos humanos, generosos, cálidos, porque nos dieron ejemplo de solidaridad, gratitud y amor.
Usted en medio de su exagerado desequilibrio invita a la gente a un enfrentamiento disimulado que le da el calificativo errado de democracia. No, señor Nebot, no es justo ni equitativo que sea el líder de la discrepancia ecuatoriana.
Nosotros los ecuatorianos de otras ciudades y provincias amamos a Guayaquil, una ciudad de antología, preciosa, admirada, patrimonio de nuestro gran Ecuador, con gente maravillosa y digna. Comprenda que no es de su propiedad para que cada vez que su egocentrismo le domine, convoque a las calles a llenar el corazón de ingratitud y desprecio hacia quienes sueñan con un Ecuador mejor.
La gratitud, señor Nebot, no es una debilidad, eso le hace fuerte y poderoso, es mejor que gritar, se obtiene más y se vive mejor.
Aprenda un poco de humildad. Usted nombra a Dios cada momento pero creo que desconoce que Él jamás buscó llamar la atención sobre sí mismo y dijo: Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón.
Sea, humilde y agradecido y solo así logrará despertar los valores que tiene ocultos. Inténtelo, la gratitud es una magia interior que cambia la vida y los sentidos y que al fin lo podrá convertir a usted en un verdadero líder ecuatoriano, pero de la paz.