El derrumbe en el kilómetro 34 es de 100 metros de ancho y cuando cae el material se cubren tres de cuatro carriles. Foto: Juan Carlos Pérez/PARA EL COMERCIO
Por la vía Alóag-Santo Domingo transitan un promedio de 22 000 vehículos cada día. Y solo la semana pasada la carretera estuvo cerrada durante cuatro días.
La madrugada del martes, 400 automotores quedaron atrapados por un derrumbe en la vía. Para solucionarlo, se retiraron 10 000 metros cúbicos de escombros, que equivalen a 800 volquetas.
El descenso de pequeños flujos de roca es constante en esa vía. Ocurre por las lluvias o por la vibración que generan los carros al circular.
Otra causa es porque los taludes, es decir los terrenos inclinados, retuvieron mucha humedad con las lluvias que se registraron en el primer trimestre de este 2016.
La vulnerabilidad en la ruta -de 100 kilómetros- que une la Sierra con la Costa es permanente, por eso las autoridades no descartan que sucedan nuevos derrumbes.
Hay 20 taludes, ubicados entre los kilómetros 11 y 72, que son considerados riesgosos por su fragilidad. En esa cifra están incluidos los otros nueve puntos frágiles, que se identificaron el año pasado. Tres de ellos, en los kilómetros 34, 62 y 68 causan contratiempos.
Entre enero y abril de este año hubo 30 derrumbes, que obligaron a restringir el uso de esta carretera. Los últimos 25 se registraron la semana anterior, desde el kilómetro 59 hasta el 79. Estos puntos ya eran considerados riesgosos.
En el 61, una quebrada se desbordó y afectó a la base de la carpeta asfáltica, es decir el daño llegó al interior de la carretera. Y por esto se construyó un muro de escolleras de 12 metros de alto, para contener posibles nuevos derrumbes. A eso se suma el desbordamiento de los ríos Damas y Toachi, que ocasionaron el cierre de la vía hasta el viernes pasado.
Otro de los puntos críticos, que no había presentado problemas desde hace tres años, es el del km 34. Pero la deforestación y el colapso de cunetas en la parte superior activaron su riesgo.
Algo similar pasó en los kilómetros 62 y 68; en este último falleció un obrero mientras despejaba la tierra con maquinaria en la montaña. Estos dos eventos marcaron una nueva fase de problemas en la Alóag-Santo Domingo, desde el 4 de abril.
Fabián Uzcátegui, vocero de la Prefectura de Pichincha, afirma que en ambos tramos nunca se habían presentado inconvenientes, pese a que fueron identificados por la consultoría de Consultrafic como los nuevos puntos críticos. En ambos taludes los deslaves fueron pequeños.
Los resultados de dichos estudios no son definitivos. La firma levanta un diagnóstico de la vulnerabilidad de la vía desde marzo del 2015, tras el deslizamiento en el kilómetro 28, en el que murieron 14 personas y el paso quedó inhabilitado durante 45 días.
Los estudios buscan clasificar las paredes montañosas de acuerdo con su nivel de riesgo, en un rango de A, B y C. En los dos primeros están los 20 taludes identificados y hace falta registrar los de tipo C, los de mayor impacto y peligrosidad.
Según Uzcátegui, las fallas en los taludes se remontan a la construcción de la vía, hace 50 años. “Es una carretera de cruces de montaña que se hizo con explosivos, los cuales formaron grietas, que con los años causaron inconvenientes como el humedecimiento y los taponamientos. Por ello se nos presentan los derrumbes”.
El administrador de la vía por parte de la Prefectura, Édgar Rivadeneira, dice que el objetivo de los estudios es identificar nuevas montañas débiles y protegerlas con sistemas de mallas o con muros.
En el contrato de emergencia 202-DGCP-15 se contempla la intervención de los taludes y la ampliación desde Tandapi hasta la Unión del Toachi, en un tramo de 26,5 kilómetros.
La inversión total es de USD 252 865 872 y los trabajos están a cargo de la compañía concesionaria Hidalgo&Hidalgo.
En el verano del 2015 ya se estabilizaron los taludes entre los kilómetros 11 y 20.
Se construyeron nuevas alcantarillas y se limpiaron las existentes en los cerros. Además, se ha succionado el agua de la montaña, que ocasiona los derrumbes.
Según Rivadeneira, también se trabajó en encauzar el río Pilatón, se construyó un muro para evitar que se desborde y destruya la carretera, como en el invierno del 2014, cuando tuvo que cerrarse una semana. Las obras en ejecución son parte de una tercera etapa de intervención de esta vía.