Estudiantes secundarios hicieron hasta lo imposible por jugar carnaval en la laguna de La Alameda. Hubo dos personas detenidas y algunos adolescentes con lesiones. Foto: Alfredo lagla / EL COMERCIO
Fue un encuentro de dos bandos para ganar la laguna de La Alameda. En un lado estuvieron 40 policías que rodearon el perímetro de la fuente. Ellos debían impedir que los jóvenes se arrojaran a las verdes aguas de este icónico sitio del Centro Histórico.
En el otro estaban los estudiantes de diversos colegios capitalinos que se concentraron cerca del lugar. Como ocurre cada viernes antes del feriado carnavalesco, la batalla estaba por comenzar. Y esta vez fue intensa.
A las 10:15 de ayer, 5 de febrero del 2016, las dos barras del Colegio Mejía (Demencia y Sapos Raiders) llegaron con bombos, trompetas y banderas. Con el ritmo, la adrenalina de los otros jóvenes aumentó y empezaron a silbar.
La expectativa se concentró en qué harían las barras para darse el chapuzón y evitar las sanciones. Hasta ese momento los policías advertían a los adolescentes que existe una multa de USD 100 por jugar Carnaval con agua en público, como consta en la Ordenanza Metropolitana 201.
Jean Vaca, dirigente de una de las barras, habló con la capitana de Policía Nancy Paredes. Él quiso llegar a un acuerdo que consistía en que la fuerza pública se mantuviera en el lugar, pero que permitiera a los alumnos ingresar al agua.
Mientras se realizaba esta conversación, otros estudiantes de colegios como Santiago de Guayaquil, Gran Colombia, Quito, Miguel de Santiago, 24 de Mayo, San Fernando… se divertían arrojándose huevos, anilina, carioca y las jamás erradicadas bombas de agua. Cristina Chávez terminó enlodada en agua estancada. Ahí la dejaron tres compañeros que la cargaron de brazos y pies.
Ante la negativa policial de abrir el cerco a la laguna, los adolescentes tomaron otra medida. Se dirigieron a la avenida 10 de Agosto, a la altura del Consejo Provincial e interrumpieron el tránsito.
“¡Queremos Carnaval, queremos Carnaval!” fue la consigna. No faltó quien lanzara arengas en contra del Municipio por el control tan estricto. Juan Sotomayor, estudiante, dijo que fue una exageración para una fiesta espontánea en el espacio público.
Miembros de la Unidad Motorizada abandonaron sus puestos para ir la manifestación en la 10 de Agosto. Esta jugada de dividir la vigilancia permitió que un grupo de jóvenes ganara terreno en el parque. Dos mujeres fueron lanzadas al agua entre risas.
La Policía se reagrupó y volvió a la fuente. Los estudiantes del Colegio Mejía también. Al unísono coreaban barras a favor de la institución y en contra de las fuerzas del orden. Ney Jiménez, subcomandante de la Administración Zonal Manuela Sáenz, filmaba lo ocurrido, cuando un huevo impactó al teléfono celular que sostenía con sus dos manos.
Un adolescente que vestía los colores del Mejía corrió entre la multitud y un grupo de policías lo persiguió. Cerca de la Manuel Larrea fue detenido en medio de forcejeos. Llovieron piedras y palos en contra de los uniformados, que usaron las motos para dispersar a los compañeros del detenido.
Una hora después, un joven que llevaba puesto el uniforme de otra institución educativa fue detenido por, presuntamente, robar una radio de comunicación de un policía. Ambos fueron trasladados a la Unidad de Flagrancias, en donde se debía comprobar su edad y, de ser el caso, realizar la formulación de cargos .
El momento de mayor tensión ocurrió cuando un grupo del escuadrón equino ingresó al parque. El galope de los caballos produjo que los chicos retrocedieran. Los adolescentes lanzaron huevos, harina, piedras y palos en contra de jinetes y animales.
Después, el escuadrón motorizado utilizó sus vehículos para dispersar a la multitud. A ellos se sumaron miembros de la Unidad de Mantenimiento del Orden que se caracterizan por reprimir manifestaciones.
Jiménez señaló que la presencia policial fue para resguardar el bienestar de los propios estudiantes. Dijo que en el juego brusco hay personas heridas. Mientras hablaba, una chica que no sabía nadar fue lanzada a la laguna y pasó un susto. Los policías la sacaron. Otra adolescente fue atendida por paramédicos en una ambulancia.
Estudiantes, como Remigio Duque, rechazaron la presencia policial. Dijo que es una sola vez al año y que festejan el fin de exámenes, el inicio de las vacaciones entre quimestres y el Carnaval. “Es una tradición que lleva cinco años”.
Las autoridades del Colegio Mejía llegaron al parque y vigilaron que no se cometieran excesos. Los jóvenes buscaron por diferentes lados llegar a la fuente y lo consiguieron.
A las 12:00 se lanzaron cuatro chicos al agua, los siguieron tres más. Pese a la reacción de la Policía, el flanco norte de la laguna se vulneró y ahí se armó una fiesta de agua y anilina.
Centro
Por quinto año consecutivo, los estudiantes se dieron el chapuzón, pero entre incidentes
En contexto
La advertencia de sanciones y detenciones por jugar carnaval no hizo mella en los adolescentes. El festejo principal se produjo en la laguna de La Alameda. También hubo juegos con agua, harina y otros materiales, en la avenida Napo y en el parque Cumandá.
USD 100
es la multa por jugar carnaval en espacios públicos. El monto sube a USD 200 en caso de reincidencia.