Los indígenas del cantón El Tambo, en Cañar, participaron de un ritual en honor a los seres femeninos de la naturaleza. Foto: Xavier Caivinagua/ EL COMERCIO.
Los mejores productos de la última cosecha fueron seleccionados con cuidado por los indígenas del cantón El Tambo, en la provincia del Cañar, para ofrecerlos a la Mama Luna en una ceremonia ancestral que dio la bienvenida a la época de siembra, el sábado pasado.
Maíz, papas, trigo, ocas, chicha, entre otros alimentos, fueron el centro del ritual que se cumplió en el complejo arqueológico Baños del Inca, en la comunidad de Coyoctor, el lugar escogido por los cañaris para celebrar el Killa Raymi.
Desde ese sitio se observa una extensa zona de tierra recién arada y lista para recibir las semillas. El Killa Raymi consiste en preparar el terreno para la siembra de cada año, que se inicia en septiembre.
Con ritos, cantos y ofrendas, los indígenas le pidieron a la Madre Tierra una buena producción. En este cantón los cultivos más comunes son el maíz, el fréjol, el trigo y los tubérculos como la papa y la oca.
La siembra marca el inicio de un nuevo ciclo en la cosmovisión andina. Es una época que está marcada por la fecundidad y los indígenas dedican esta fiesta a los seres femeninos, como la Luna, explicó Rafael Pichisaca, miembro de la Unión Cantonal de Organizaciones Indígenas de El Tambo.
La celebración comenzó con una caminata desde el parque central hasta el complejo de Coyoctor, en donde están las ruinas de lo que fueron los baños de los antiguos cañaris e incas. La bocina de Manuel Chimbo anunciaba a las comunidades el paso de los indígenas, quienes siguieron la ruta del antiguo ferrocarril, que conduce al sitio sagrado.
El recorrido fue animado por niños y jóvenes de la Escuela de Música del Municipio, quienes interpretaban cantos andinos y danzas de su pueblo. En el camino, de aproximadamente tres kilómetros, se sumaron los habitantes de las diferentes comunidades y otros, que rindieron honores.
El centro de la celebración fue el ritual con los elementos sagrados de la naturaleza: la tierra, el agua, el fuego y el aire, que fueron colocados en el centro del complejo, junto a granos, frutas, hortalizas y herramientas de trabajo para formar el círculo de la fertilidad.
Esta fiesta tiene sus orígenes en el Koya, que fue una práctica del Imperio Inca, en la que las mejores niñas de las familias eran seleccionadas para ser ofrecidas al Padre Sol en los sitios sagrados. El Killa significa fecundidad, por eso este es el tiempo ideal para tener hijos, según la cosmovisión andina.
Para los cañaris, los seres femeninos tienen un significado importante, explicó Manuel Guamán, uno de los líderes comunitarios del cantón. “Desde épocas antiguas, las mujeres han sido la base del desarrollo de nuestra cultura”.
Esta es una época para revitalizar lo femenino, según Juliana Buscán, quien dirigió la ceremonia. Las mujeres indígenas se reencuentran con la Madre Tierra y la Luna, a la que agradecen por la capacidad que tienen de dar vida a otros seres. En honor a ella, bailaron y prepararon platos especiales.
También es una tradición que las mujeres que han intentado quedar embarazadas practiquen rituales en este sitio para recibir la energía de la Luna y aprovechar la época de la fertilidad, contó Buscán.
Luego de la ceremonia ritual se cumplió un programa especial, con gastronomía, danza, música y artesanías tradicionales. “Queremos impulsar esta tradición para mostrar al país la riqueza cultural del pueblo cañari”, dijo el alcalde de El Tambo, Luis Alfredo Pinguil.
Él recordó que la Luna y el Sol ayudaron a los ancestros a medir el tiempo y desarrollar un calendario para el ciclo agrícola. Por eso, para los indígenas, el Killa es el inicio de una época y el Inti, que se celebra en junio, es la culminación, con la cosecha de los sembríos.
El Killa coincide con el equinoccio de cambio de estación, que este año será el miércoles y es una de las cuatro celebraciones que tiene el mundo andino. Las otras son el Inti, el Cápac y el Pawkar Raymi.