Campesinos de la frontera norte denuncian presión de los disidentes

Un grupo de militares permanecen en la población de Labores Agrícolas. Foto: Julio Estrella / EL COMERCIO

Un grupo de militares permanecen en la población de Labores Agrícolas. Foto: Julio Estrella / EL COMERCIO

Militares realizaron los controles en la vía a Mataje, en donde hubo un ataque que dejó tres marinos muertos. Foto: EL COMERCIO

El cadáver lleva tres días abandonado en medio de la carretera desolada. Una sábana blanca cubre su rostro. Los pobladores de La Cadena, una localidad fronteriza cercana a Mataje, dicen que no saben de quién se trata. Solo aseguran que apareció un día después de la detonación del explosivo que mató a tres marinos.

La gente está aterrorizada, pues sus casas se encuentran a solo 20 minutos de Puerto Rico, un pueblo de Colombia donde alias ‘Guacho’ y su brazo armado mataron a seis campesinos en el 2017.

Desde el atentado en Mataje, los habitantes de La Cadena han sido amenazados. De hecho, la aparición del muerto es para ellos una advertencia sobre lo que puede pasar con cualquiera. Por eso ni siquiera se han acercado a levantarlo.

La presión de los disidentes obligó a la gente a trasladarse
a las montañas de Puerto Rico; además advirtieron que les prohíben ayudar a los militares ecuatorianos. Les dijeron que si lo hacen estallará una bomba en la cancha de fútbol.

Para esa reunión, los campesinos caminaron desde las 18:00, y al llegar al sitio los encerraron en una caseta. Apagaron las luces y los armados comenzaron a hablar.

Los pobladores recuerdan haber pedido que no se realice ningún ataque, por los niños. Pero los ilegales respondieron que no les importa.

Un grupo de militares permanecen en la población de Labores Agrícolas. Foto: EL COMERCIO

Los armados también dijeron que está prohibido el paso de ecuatorianos desconocidos al lado colombiano y que si lo hacen no se responsabilizan de su seguridad.

Al siguiente día de esa reunión apareció el cadáver que permanece a unos 20 metros del río Mataje. Este viernes, 23 de marzo del 2018, EL COMERCIO ingresó a esa zona y constató que no hay presencia de militares ecuatorianos.

El cuerpo está en la última curva, antes de llegar a Puerto Rico. Viste pantalón azul, camiseta roja y botas de caucho. El abdomen está descubierto y tiene señales de golpes.

Nadie lo ha retirado desde que lo dejaron el miércoles, 21 de marzo. La Policía tampoco ha ingresado a retirar los restos. Desde la curva ya se puede ver Puerto Rico. Es un poblado pequeño, con casas de madera.

El viernes, cuatro hombres vigilaban el sitio. “No sé, yo no sé nada”, decían ante cualquier pregunta. Eran altos, corpulentos, tenían el cabello rapado y el torso desnudo.

En el lado colombiano había cuatro hombres más.
“La cosa está caliente”, dice un poblador, y asegura que es la primera vez que esto ocurre. La misma angustia tienen los habitantes de Labores Agrícolas, otra población ecuatoriana que está cerca de Colombia. Allí la gente también fue “convocada” a la reu­nión con los armados.

“No fuimos porque nos da miedo”, cuenta un habitante de 30 años. Allí viven cerca de 200 personas. Todos se dedican al cultivo de palma africana y cacao.

Pero su rutina cambió desde los ataques. Los disidentes envían emisarios y les amenazan con ponerles explosivos si continúan apoyando a los militares. En esa localidad existen cerca de 80 uniformados, entre policías y soldados.

Ellos llegaron hace un mes y medio y montaron un control.
“Ya queremos que los militares se vayan, porque si no, nos van a matar”, asegura una mujer que tiene dos hijos pequeños. “El problema no es con nosotros, sino con policías y militares”, advierte otro poblador de Labores Agrícolas. Los soldados solo dicen que están allí para evitar nuevos ataques.

Algo similar pasa en Guadalito, una comunidad indígena. Allí se levantó un punto de control militar y policial.

Seis uniformados bloquean el camino que lleva a El Pan, en donde se suscitaron dos enfrentamientos armados.

Altos oficiales de la Policía y de la Armada dicen que actualmente todas las comunidades son monitoreadas.

La idea es evitar que los grupos irregulares se infiltren en esas zonas para atacar nuevamente. Por eso, los operativos se intensificaron en las últimas horas. Por ejemplo, a Mataje llegaron el viernes grupos de élite del GIR y del GOE.

Cerca de 30 agentes entraron al destacamento militar equipados con fusiles y chalecos y cascos antibalas. Todos cubrían sus rostros con capuchas. Entre los militares también hubo movimiento.

Pasado el mediodía, cuatro carros tipo Hummer entraron a Guadalito para recorrer la zona fronteriza. Además, sobrevolaron helicópteros y aviones Super Tucanos.

En la tarde, en cambio, se conoció que una flota de vehículos tácticos de combate llegaría a la población de San Lorenzo, en Esmeraldas. Estos movimientos se reportan en medio de los preparativos de la reunión binacional entre Ecuador y Colombia, que se desarrolla este sábado en Carchi.

Suplementos digitales