Nunca antes se había regulado con mayor precisión y atención el gasto electoral, el pautaje publicitario y el pago directo del Consejo Nacional Electoral a los medios, especialmente audiovisuales, que divulgan publicidad y propaganda electoral.
Pero nunca antes se había visto, tampoco, tantos esfuerzos del oficialismo por apuntalar los logros del Régimen, la obra pública y los cambios en la infraestructura de justicia, por ejemplo, como ha sucedido a lo largo de los seis años de Gobierno, con énfasis especial en los últimos meses.
Además, una parodia que se podría encasillar como campaña sucia ataca a un candidato presidencial y lo estigmatiza. Otros documentales pintan un país idílico en medios electrónicos privados. Además, Telesur transmite los discursos de campaña del candidato-Presidente, como no lo hace con ningún otro contendiente.
Una campaña inequitativa no es un buen ejemplo de la aplicación de la norma. Si en el pasado los aportes millonarios no pudieron o no quisieron controlarse, hoy el control electoral para que ese gasto sea equitativo, salvo una aislada y tímida reconvención, no surte efecto alguno.
Una estrategia que deja a la campaña sin equidad ni oportunidades iguales y habla mal de la pureza del proceso en desarrollo. Queda por saberse cuál será el efecto real de la vigilancia del uso de recursos públicos en campaña que promociona ampliamente la Contraloría.