Redacción Sociedad
Aquí no existen despertadores, las alarmas ni el timbre de los teléfonos celulares para que los 70 niños de entre 8 a 14 años, del campamento de la hacienda Cashapamba, en el valle de Los Chillos, despierten.
Sin embargo, desde las 06:00 empiezan a abrir sus ojos, ya sea porque los rayos del sol filtran la lona de las carpas, porque el fuerte viento hace sonar las ramas de los árboles o porque los gallos de las casas cercanas cantan.
Otras opciones
La Casa de la Niñez del Municipio de Quito organiza sus colonias vacacionales. Se iniciarán este lunes y se realizarán en La Bota (canchas del barrio Puertas del Sol), en Guamaní (en las canchas ubicadas junto a la iglesia), en la Casa de la Niñez(Chimborazo 832 y avenida 24 de Mayo) y la Ciudadela El Ejército (parque María Clara). Contactos en el teléfono 258 5693.
A estos cursos que solo tienen un costo de inscripción (USD 1,50) podrán asistir 60 niños por campamento y empiezan a las 08:00 y durarán hasta las 14:00. Los niños también recibirán refrigerio. Como parte de los programas también están salidas.
La Casa de la Juventud también tienen cursos para los jóvenes. Ellos tienen cursos de circo, gimnasia aérea, malabares, entre otros. Existen horarios a escoger. Tel. 228 3915.El lunes, cuando empezó el encuentro, los 13 maestros de la Fundación Juventud Idente, de la Universidad Católica, organizadora del campamento, dijeron a los niños que durante la semana que duran las actividades deben levantarse temprano.
A las 07:30 se sirve el desayuno. A esa hora, los niños deben estar bañados, peinados y vestidos. Su ropa y sus cobijas guardadas y las carpas arregladas. “Hay que estar pendientes de no quedarnos dormidos porque aquí no hay mamá”, expresa Nicolás Villalva, de 11 años.
Este es uno de los 63 campamentos vacacionales que se iniciaron esta semana en la capital, según datos de la Dirección Metropolitana de Cultura.
“Es la primera vez que vengo. El lunes le extrañé a mi mami y a la tele. Esa noche soporté frío pero ya me acostumbré”, señala Kevin Tipantuña, de 8 años.
Él está en la carpa siete junto con Martín Guayasamín, de 11 años, quien le dice que estas convivencias son buenazas y están de moda. “Ves, nos tocó preparar el noticiero del campamento. Ya sé qué vamos a decir”.
El titular con el cual decidieron abrir el espacio informativo fue “Leche quemada aterroriza al campamento”, eso porque la leche se regó y la parte del comedor, ubicada en la hacienda, tenía un olor desagradable. Guayasamín siguió con el noticiero. “Un paseo por El Tingo sirvió para que los niños y niñas conozcan sobre las especies silvestres”. Y la información de farándula. “Esta noche, a las 22:00, gran evento de teatro y música. Participarán todos los niños”, anunciaba.
Las actividades están encaminadas a que los niños sociabilicen. “El objetivo de este campamento es que sea una escuela de convivencia. Aquí se viven la solidaridad, la tolerancia. Además, los asistentes modelan su personalidad. Al estar solos desarrollan su seguridad y se vuelven más extrovertidos porque necesitan hablar y hacer amigos”, señala Luján González, coordinadora.
Otra de las actividades que sirven para fortalecer la convivencia es el peripatoteo (peri, a través; patoteo, caminar) es decir, conocerse mientras se camina. El propósito del peripatoteo es que no se formen grupos de niños. “Así conocí a Tatiana”, cuenta Jonathan Casco, de 11 años.
En las mañanas los niños hacen caminatas o actividades físicas como partidos de fútbol y otros juegos. Luego es la hora de la comida que se sirve en la hacienda o en el campo, si la salida es muy larga.
En la tarde, los niños se dividen en grupos y algunos montan obras de teatro o de música. La obra del martes en la noche fue ‘El gigante egoísta’. “Se trata de un gigante que no permitía a los niños jugar en su jardín y cuando los chiquitos se fueron las flores se marchitaron”, relata Camila Guzmán, de 10 años.
Todos esperan las presentaciones que se realizan a las 21:00, luego de que cenan y se lavan los dientes se reúnen alrededor de la fogata, por eso se llama el ritual del fuego. Las presentaciones se prolongan hasta las 22:00, cuando luego de cantar todos se meten a sus carpas y poco a poco los murmullos y risas se van silenciando.
Punto de Vista. Carla Salgado/ Pedagoga
Es el momento para madurar
Los campamentos y talleres vacacionales son muy importantes en la etapa del niño. Sirven para que ellos cambien de actividad y se desconecten de la rutina de las clases. No obstante, este es el momento ideal para que desarrollen y fortalezcan destrezas que habitualmente no se hacen en las aulas.
Por ejemplo, los campamentos en los cuales los niños dejan su casa y se alejan del hogar sirven para que ellos maduren y formen su personalidad. Además, son buenos para que hagan una comparación de su realidad y la sepan valorar. Ahí no hay mamá que les ruegue que se alimenten o se abriguen. Esos cambios de vida les ayudan a que sean más comprensivos y humanos.
Además, llegan a un lugar en donde no conocen a nadie. Ahí son ellos solos y deben hacerse amigos si no quieren estar aislados y ese es un proceso automático en los niños que no vienen de hogares sobreprotectores.
Los niños que salen de hogares familias que los cuidan demasiado sí tienen problemas en un inicio, pero es algo que se supera con actividades y dinámicas que los incluyen. Los campamentos vacacionales sirven para que los niños y padres se den cuenta de cuánto han crecido y qué es lo que necesitan.