Redacción Mundo
Por ahora no hay una inminente luz al final del túnel que dé esperanzas a los inmigrantes indocumentados que viven en Estados Unidos. El presidente Barack Obama ha hecho reiteradas promesas para impulsar una ley de inmigración, que en el mejor de los casos abra el camino de la legalización de unos 12 millones de sin papeles, pero quizá no se verá hasta finales de este año.
Lo que sí es visible es el cambio de estrategia del Departamento de Seguridad Interna de la administración Obama. Ahora ya no son las redadas que aterrorizaron a millones de inmigrantes en la administración Bush. La nueva estrategia es ir contra los empresarios que contratan indocumentados.
Las sanciones económicas y hasta judiciales serán severas si no despiden a los trabajadores, cuyo número de seguro social pruebe no ser el real.
Además de impulsar que la policía, en algunos estados, se convierta en agente de inmigración. Esto no es nuevo, ya existía durante la presidencia de Bush, pero son planes que se han vuelto a reciclar, pese a la oposición abierta de algunos jefes de Policía local, que temen que por ésta razón, los indocumentados no van a denunciar serios crímenes que pueden ocurrir en las comunidades.
El diario The New York Times se ha convertido en crítico severo de este reciclaje de medidas anti inmigrantes y le recuerda al presidente Obama, que no se olvide que llegó a la Casa Blanca, en parte por el amplio apoyo de los latinos.