Té de coca y huevos de campo se vende a pocos metros del Palacio de Carondelet, en la calle García Moreno, Centro Histórico de Quito. Foto: Mariela Rosero/ EL COMERCIO
La García Moreno o calle de Las Siete Cruces, en el Centro Histórico, está llena de ofertas. Desde la Sucre hasta la Manabí se encuentra frutas, hortalizas, pomadas, aromáticas, calzado, sombreros… Hombres y mujeres caminan y se confunden entre extranjeros con cámaras de fotos y ciudadanos ecuatorianos, que transitan por la zona, considerada especial turística.
Este jueves 9 de abril, a pocos pasos de la iglesia de Santa Bárbara, en la García Moreno y Manabí, se observa un improvisado puesto de venta de habas. Dos mujeres sentadas en el suelo empacan el producto en fundas, también tienen alverja, en canastas.
En la García Moreno y Olmedo, apoyadas en el muro de la casa en donde funciona el local Sánduches Meneses hay más promociones. Acomodadas en una fuente, ubicada sobre un banco plástico, se observan tajas de sandía, que cuestan “solo 50 centavitos” (USD 0,50).
En la García Moreno y Olmedo, se vende “sandía dulce, sandía”, entre otros productos. Foto: Mariela Rosero/ EL COMERCIO
En la vereda de esa cuadra también es posible comprar al paso ‘caumales’ y otros caramelos. La vendedora es una muchacha, que sujeta con una mano una rueda metálica en donde exhibe los artículos, y con la otra mano, el celular.
“Me apena la situación de las personas que han encontrado un lugar para trabajar en esta calle”, sostiene Juan Fernando Meneses, de 73 años, es el dueño de Sánduches Meneses, abierto desde hace 33 años.
Continúa: “De qué otra manera podrían ganarse la vida”. Sin embargo, sí comenta que le gustaría que las autoridades les pidan ser más aseados.
Los policías metropolitanos a veces ingresan a su establecimiento y le preguntan si no tiene un tarro de basura. Le reclaman porque en la esquina aparecen cáscaras de sandía, naranja y hortalizas. El ciudadano les explica que él no vende frutas y que los desechos son de sus vecinas vendedoras.
Esta tradicional calle de la capital alberga a las iglesias de Santa Bárbara, La Concepción, El Sagrario, La Compañía, El Carmen Alto, la capilla de San Lázaro y la Catedral de Quito; también el Palacio Presidencial de Carondelet. Muy cerca de este es común observar a mujeres rubias, altas, en ropa informal, calzarse las botas en puestos ubicados en la acera.
En la calle García Moreno y Mejía es común encontrar a vendedores de botas sobre la acera. Foto: Mariela Rosero/ EL COMERCIO
Esta mañana un joven colocó las botas en la vereda del almacén Mundo de Maravillas, en la García Moreno y Mejía. Y una pareja de esposos, de 22 y 23 años, en la Mejía y García Moreno. Estos últimos no quisieron proporcionar sus nombres. Solo contaron que son ambateños, productores. Hay dos opciones de costos, un par está en USD 15 y otro, en 20. “No queremos sacar permiso (del Municipio) porque nos van a mandar lejos, tres cuadras más al norte y ahí no hay movimiento, no pasa la gente”. Eso dijo la mujer.
Entre la Mejía y Chile hay tres puestos en los que se vende “huevitos de campo, huevitos”, en USD 0,15 y 0,25. Vienen desde Machachi, según dijeron. Los colocan en tarros.
“Té de coca, té de coca”, es otra de las ofertas que se escucha al pasar entre la iglesia de La Concepción y avanzar hacia el Centro Cultural Metropolitano, en la García Moreno y Espejo. Ya en esa zona y hasta la calle Sucre se escucha a un joven golpear una olla con una cuchara. Promociona un producto para limpiar hornillas, refrigeradoras, ollas…
También hay al menos dos hombres que no tienen más vitrina que la calle y ahí exhiben sus sombreros. Cuestan USD 2 y varios turistas y personas que hacen fila para acceder a Carondelet los compran.
En la Sucre se escucha: “El nuevo Manicho, Manicho, los 4 por USD 1”. Y también varios gritos recomendando la compra de Lotería y Pozo. Ante eso un señor dice: “No, yo nunca me gano nada”.
En la García Moreno hay por lo menos 30 comerciantes que no tienen autorizaciones para trabajar en esa zona. Lo corrobora Gabriel Toapanta, de la Unidad de Espacio Público del Centro Histórico. “Son personas que no tienen la mínima intención de regularizarse. Tenemos la disposición de decirles que ingresen al proceso de regularización”.
Desde noviembre del año pasado, la Administración Centro ha recibido alrededor de 1 200 solicitudes para renovar los permisos y unas pocas para conseguir nuevos, lo que implica que sean reubicados a otras zonas, ya que en el Casco Colonial no es posible conseguir más cupos.