La cantera Mandingo es una de las más grandes de San Antonio de Pichincha. Foto: Diego Pallero / EL COMERCIO
La calidad del hormigón depende del tipo de ripio que se utilice en una construcción. Y sin un buen hormigón, una casa pierde resistencia. Se vuelve vulnerable, por ejemplo, ante un temblor.
La tierra, la arena, el ripio, la piedra son materiales de construcción que se compran sin mayor análisis, usualmente en la cantera más cercana, o la que oferte un mejor precio. El cliente desconoce –y tampoco le interesa– la calidad del material, así que no tiene más opción que comprar a ciegas.
Eso precisamente se busca cambiar con una ordenanza que fue aprobada a inicios del mes pasado por el Concejo Metropolitano y que le da al Municipio la facultad para regular, autorizar y controlar la explotación de áridos y pétreos en el Distrito. La ordenanza permite transferir las competencias que tenía el Gobierno central en la explotación de este tipo de materiales y pasarlas a manos locales.
Carlos Páez, miembro de la Comisión de Ambiente, indicó que en 90 días se conformará la Unidad de Áridos y Pétreos, encargada de manejar el tema y que operará como dependencia de la Secretaría de Territorio. Esa unidad será la encargada de emitir las autorizaciones de explotación. La Agencia de Regulación y Control Minero (Arcom) no saldrá del escenario. El control será compartido. La Arcom se encargará de clausurar minas sin permisos; el Municipio podrá sancionar pero no clausurar.
En Quito operan 65 canteras que abarcan 1 739 hectáreas, distribuidas en las parroquias de San Antonio de Pichincha, Píntag, Calderón, Pifo, Lloa y Guayllabamba. Según el Municipio, el 69% corresponde a concesiones otorgadas a particulares, el 27% a autorizaciones de libre aprovechamiento para obra pública y 4% a permisos para minería artesanal. Además, hay aquellas que trabajan de manera ilegal.
Bladimir Ibarra, asesor técnico del despacho de Páez, explica que la ordenanza tiene varios elementos que van a ayudar a mejorar la calidad de las construcciones. Uno de los aspectos más importantes es que ahora las canteras deben hacer análisis de calidad de los materiales que producen y publicar los resultados en un letrero a la entrada de la cantera. Así, los clientes podrán saber la especificación del material.
Moisés Pérez, jefe de producción de terrazas de Mandingo, una cantera de San Antonio de 9,6 ha, asegura que ese tipo de estudios sí se realiza, la diferencia es que hoy tienen que ser públicos. Los estudios son fundamentales para determinar el ángulo en el que se va a trabajar en las terrazas de explotación, explica.
Pérez admite que hay ciertos materiales que provienen de las canteras de la zona que no son de buena calidad. Por ejemplo, el ripio. Asegura que no cumple con calidades de abrasión necesarias, es decir, es muy frágil. A la roca se le somete a un estudio de resistencia, en base al tiempo y los fragmentos que desprende y se obtiene un valor. En el caso del material de la Mitad del Mundo, ese valor es menor comparado con la resistencia del ripio de Pifo y Píntag.
Pero ¿sirve para construir? Se pueden hacer casas de uno o dos pisos, pero no es apto para hacer construcciones mayores: túneles, vías o puentes, dice Pérez. El resto de materiales como piedra, arena o basílica no tienen problemas, y se vende a buen precio.
Precisamente el costo es uno de los atractivos más relevantes del material de San Antonio. En otras parroquias, el metro cuadrado de productos pétreos llega a costar más del doble.
Álex Troya, presidente de la Junta Parroquial de la Mitad del Mundo, dice que esta zona genera un gran volumen de material en comparación con otros sectores. Menciona que un estudio de 2012 de la Facultad de Genealogía de la Universidad Central señala que de allí sale el 70% del material pétreo para Quito.
Jorge Valverde, experto en suelos y catedrático de la Politécnica Nacional, explica que todos los elementos con los que se elabora el hormigón son importantes. Lo que se hace al mezclarlos es buscar una reacción química que pretende que los agregados vuelvan a su estado natural. Es decir, que la roca vuelva a ser roca. “Si se usa pómez, el hormigón va a quedar flojo por más cemento que se le ponga. El material de San Antonio no es resistente porque es volcánico”.
Para que el ripio sea de excelente calidad, explica, debe ser anguloso, de buena gradación, debe tener cierto peso y ser resistente al desgaste. Eso lo sabe el constructor, pero debido a la premura, no se lo exige.
En tres meses iniciará el control y la cantera que con tenga las especificaciones del material, será sancionada.