Calderón pasó de parroquia rural a fuerte polo de desarrollo urbano

La parroquia está conformada por cerca de 400 barrios, conjuntos y condominios. A los moradores les preocupa la pérdida de espacios verdes. Foto: Julio Estrella / EL COMERCIO

La parroquia está conformada por cerca de 400 barrios, conjuntos y condominios. A los moradores les preocupa la pérdida de espacios verdes. Foto: Julio Estrella / EL COMERCIO

La parroquia está conformada por cerca de 400 barrios, conjuntos y condominios. A los moradores les preocupa la pérdida de espacios verdes. Foto: Julio Estrella / EL COMERCIO

Cuentan los ancianos de Calderón que mucho antes de que la zona se volviera la parroquia más poblada de la capital, de la provincia y de la Sierra, fue la cuna de un pequeño poblado indígena, donde en cada una de sus casas colgaba sobre la puerta de entrada la piel de un animal. Por eso los ancestros lo llamaron Carapungo, que significa puerta de cuero.

En esa planicie rodeada por quebradas, que hoy seduce al constructor más que cualquier otro sector, se asentaron familiares de los héroes de la Batalla de Pichincha, por lo que en 1 897, cuando fue declarada parroquia, cambió de nombre en honor a Abdón Calderón. Del héroe niño heredó su identidad. Así nació la parroquia de mayor crecimiento urbanístico de Quito, donde a inicios de mes se inauguró el intercambiador más grande del Distrito. Ahí se construye un proyecto vial para unir la zona con la Mitad del Mundo y se desarrolla la ampliación más importante del sistema de agua potable de la ciudad.

En 60 años, mientras Quito creció y su población se multiplicó por ocho, el número de habitantes de Calderón se multiplicó por 21. Pasó de tener 6 931 habitantes en 1950, a 152 242 en el 2010.

Según Isabel Bejarano, presidenta de la Junta Parroquial, hoy, más de 250 000 viven allí y 50 000 se suman como población flotante, que trabaja en la zona. Bien podría volverse cantón, ya que triplica, por ejemplo, el número de habitantes de Rumuñahui.

Esta es la tierra de las artesanías y del mazapán, una simbiosis entre lo urbano y lo rural. Aquí se pueden encontrar modernas casas que funcionan con paneles solares y viviendas hechas de adobe donde aún se cocina con leña.

Conviven prácticas como la de cremar el cadáver de un ser amado en una íntima ceremonia, con tradiciones como sacar a pasear el cuerpo inerte por la plaza central y las calles de tierra para que sus amigos se despidan de él.

Los últimos años, Calderón lidera el listado de las parroquias con mayor crecimiento de Quito. José Ordóñez, director del Instituto Metropolitano de Planificación Urbana, explica que a base de proyecciones realizadas en función de estadísticas, esta parroquia mantendrá un crecimiento del 5,5 % hasta el 2020, seguida por Quitumbe y Tumbaco.

La historia de la urbanidad de Calderón comenzó a escribirse hace 25 años, cuando el Banco de la Vivienda desarrolló el proyecto habitacional Carapungo y abrió la calle Luis Vaccari, que conecta la zona con la Panamericana Norte.

Patricia Jácome, de la dirección de Cultura del Gobierno Autónomo Descentralizado (GAD), asegura que la parroquia no estaba lista para recibir tanta gente: se volvió una zona desordenada donde abundaban las nuevas construcciones y escaseaban los servicios básicos. Sin agua, sin alcantarillado y sin vías grandes, creció en desorden. En el 2002, la alcaldía de Paco Moncayo llevó la red de agua potable al sector, lo que atrajo aún más gente.

Desde la Panamericana Norte se puede ver el llano donde Calderón echó raíces. Un espacio que hace medio siglo fue verde y hoy es gris, lleno de casas hasta donde empiezan las quebradas, aunque hay barrios como San Francisco, Bellavista y El Puente que se animaron a asentarse en las laderas.

Calderón es un rompecabezas donde calzan el hospital docente más moderno del país, una sede de la Fiscalía, cinco comunas ancestrales, nueve unidades de Policía, 10 cementerios, 20 iglesias, 71 centros educativos, 400 barrios y 453 empresas.

La inversión municipal en la zona ha sido importante. En el 2004, el 60% de la población contaba con agua potable. Hoy, el 92% tiene el servicio. Además, se amplió (todavía se amplía) el alcantarillado y la construcción vial. Pero hay más.

Darío Tapia, secretario de Movilidad, aseguró que se tiene planeado llegar con unidades biarticualdas que conectarán la zona con el Metro, y habrá buses municipales desde y hacia la extensión de la Simón Bolívar. Asimismo, el primer trimestre del 2017 comenzará la construcción de una gran estación de transferencia.

Para Marco Córdova, investigador de la Flacso, el Municipio debe comenzar a fortalecer una lectura de descentralización más real y efectiva hacia las administraciones zonales. Solo así se logrará un ordenamiento que no sea caótico ni carente de servicios.
La clave está en crecer y respetar el pasado. Así, Calderón podrá seguir siendo lo que el urbanista Hugo Cisneros llama ‘tesoro cultural’, donde conviven personas que crían cuyes y chanchos, con dueños de fábricas y empresarios. Donde en medio del desarrollo urbano hay quienes todavía conversan con sus muertos.

En contexto
La parroquia de Calderón ha sido escenario del inicio y la entrega de varias obras en los últimos años. La última fue la inauguración del intercambiador más moderno y grande del Distrito con una inversión de USD 20,4 millones. Hay más obras en la lista.

Suplementos digitales