Café Tacvba festejó su aniversario en Quito
Redacción Cultura
cultura@elcomercio.com
Esta historia comienza cuando cuatro -en ese entonces- jóvenes estudiantes comenzaron a reunirse en el garaje de una casa de Ciudad Satélite, en las afueras de México D.F.
Dos décadas después -luego de haber obtenido todo el éxito que una banda latinoamericana de rock puede ansiar- la historia aún no tiene fin. Al contrario, parece hallar siempre nuevos inicios, nuevos caminos.
El más reciente de esos rumbos es la gira titulada 20:20, 20 años de carrera artística a través de 20 ciudades de todo el mundo. Quito fue escogida en el número 16. Anoche se cumplió el encuentro entre el público quiteño y los cuatro -ya no tan- muchachos de Café Tacvba.
Detalles del 20:20
La banda publicará 2 libros: Uno trabajado por Rubén y un viejo colaborador de la banda, Román Martínez. Se trata de la historia gráfica de la banda.
El otro será un libro biográfico confeccionado a través de conversaciones que la banda ha tenido con el escritor mexicano Enrique Blanc.
También se prepara una película documental que abarcará espectáculos en escenarios de Japón, Sudamérica, Estados Unidos y España.
La banda está receptando materiales gráficos antiguos en cafetacvba@live.com.El coliseo Rumiñahui lucía semilleno en las partes asignadas a la sección de general, aunque en las partes de preferencia, sillas y pista, todos los lugares estuvieron ocupados.
La banda quiteña Can Can saltó al escenario a las 20:15. Tocaron cuatro temas de un pop fresco, de fina elaboración, bien recibido por el público. Desde las 20:40 hasta las 21:00 se produjo una espera para disponer los equipos y realizar pruebas.
El show de los tacvbos venía avalado por exigentes cartas de presentación. Varios medios especializados, como la revista Rolling Stone (edición argentina), han juzgado que 20:20 es uno de los mejores espectáculos internacionales del año.
Por ello las cinco pantallas dispuestas en orden descendente desde la izquierda, junto con el generoso instrumental lumínico crearon expectativa.
A las 21:00 la oscuridad se hizo de golpe y miles de gritos saludaron esa penumbra como el inicio de un ritual. Las siluetas de los cuatro músicos (los acompaña también Luis Ledezma en la batería, aunque él no figura en la nómina oficial) se dibujaron detrás de una débil luz verdosa.
Un breve silencio se estableció en el recinto antes del atronador rasgado de una guitarra eléctrica, luego de otra y finalmente del bajo. Las luces descubrieron luego las figuras de los hermanos Joselo y Quique Rangel (guitarra y bajo) y de Meme del Real (teclados). Con un estrépito se iluminó finalmente la silueta de Rubén Albarrán (el vocalista).
Cada uno fue a ubicarse delante de sendos tambores dispuestos en la escena. El ritmo fuerte de esa percusión siguió en ascenso hasta que se empezaron a escuchar los acordes duros del popular tema El borrego.
Sin interrupción siguió la versión tacvbera de la balada No controles y, luego, de Alarma.
La interpretación de los temas mostró la estupenda condición física y anímica de la banda. Esa fuerza daba cuenta de que la fórmula creativa de mezclar rock con folclor latinoamericano sigue en perfecta vigencia.
Rarotonga, ese clásico de sus primeros años, puso un toque nostálgico en el repertorio. En tres horas de concierto los tacvbos tocaron cerca de 30 temas, entre sus primeros éxitos, su nueva producción y sus temas románticos. Una muestra, además, de que esa música mestiza, a medias romántica a medias posmoderna, es la que los ha llevado tan lejos y ha hecho que, luego de 20 años, su historia no tenga fin.