Busetas y camionetas operan en Los Chillos con controles escasos

En el mercado de Sangolquí, en el redondel de El Aguacate, las personas esperan que una camioneta les lleve. Hay otros vehículos en el parque Turismo. Foto: Paúl Rivas / EL COMERCIO

En el mercado de Sangolquí, en el redondel de El Aguacate, las personas esperan que una camioneta les lleve. Hay otros vehículos en el parque Turismo. Foto: Paúl Rivas / EL COMERCIO

En el mercado de Sangolquí, en el redondel de El Aguacate, las personas esperan que una camioneta les lleve. Hay otros vehículos en el parque Turismo. Foto: Paúl Rivas / EL COMERCIO

Los buses formales no cubren la demanda que se genera en horas pico y en las noches, principalmente para parroquias y comunidades. Hay líos con las tarifas.

El servicio de transporte público para las comunidades y parroquias asentadas en el valle de Los Chillos tiene problemas. 13 empresas y compañías de buses, 26 de taxis y 12 de camionetas no cubren la demanda generada, indistintamente, por cerca de 280 000 habitantes, principalmente en la jurisdicción del cantón Rumiñahui.

Esto se palpa a diario en diversos en sitios como El Triángulo, en los redondeles de El Colibrí, El Aguacate y El Choclo, y en el parque Turismo.

Hasta estos puntos llegan trabajadores, oficinistas y estudiantes que, en su mayoría, se dirigen hacia Quito. Ante el reducido número de líneas de buses o de unidades de taxis autorizadas, deben utilizar taxis ‘informales’, camionetas o busetas que no tienen registro.

Por ejemplo, en Rumipamba (parroquia rural del cantón Rumiñahui), el día a día de sus habitantes se define por los cuatro horarios en los que tienen transporte público desde Sangolquí hasta esa población: 05:50, 10:30, 13:30 y 19:30. Tras una hora y 20 minutos de ida, regresan inmediatamente.

Édison Guanolema, de 19 años, como trabaja en Sangolquí, debe tomar el primer bus que llega a las 07:10. Si no alcanza, debe caminar unos 15 minutos hasta San Fernando, donde hay más oferta de buses. O, por el contrario, pagar USD 5 por ir en camioneta. La compañía Calsig Express es la única que cubre este recorrido.

La hora de mayor demanda comienza a las 13:00, con el regreso de estudiantes, principalmente. A la altura de la calle España se forma una larga fila de personas. Al subir lo hacen en desorden, entre empujones, para ganar un puesto. De acuerdo con el Censo 2010, en esta parroquia viven 775 personas.

Para llegar a Rumipamba, el bus recorre una vía cuyo trazado, en su mayoría, es de tierra y, en algunos tramos, estrecho. Quien va hasta la última parada debe pagar 60 centavos de dólar. Pasadas las 19:30, quienes no llegan al último turno, deben recurrir a las camionetas o taxis informales; esto ocurre frecuentemente con estudiantes de universidades quiteñas.

Esta falta de unidades es bien conocida por los dueños de camionetas. Ellos, estratégicamente, se ubican en los redondeles de El Colibrí y de El Choclo. Desde aquí, prestan servicio hasta Píntag, Amaguaña, Selva Alegre, San Fernando, entre otras poblaciones. Esto ocurre pasadas las 21:30, cuando no operan los buses urbanos y los interparroquiales.

Luis Andrango, por ejemplo, pidió que mejore el servicio ya que “nadie controla las tarifas”. Él, frecuentemente, se dirige entre el valle de El Carmen, en Amaguaña, y el parque Turismo, en Sangolquí. Como se mueve en distintos horarios, por su actividad de comerciantes, debe utilizar camioneta y pagar lo que le piden.

César Arias, especialista en transporte, explicó que el tema es complejo porque si se incrementan las frecuencias no siempre tendrán demanda. A los transportistas no les conviene, económicamente. “Bajo estas circunstancias en zonas como el valle de Los Chillos surge el transporte de servicio informal. Por eso hay que pensar en una planificación más integral”.

Este Diario, por cuatro ocasiones, buscó la versión del Municipio de Rumiñahui, pero se argumentó que hay un nuevo Director de Transporte.

Tarifas de taxis, otro lío

De acuerdo con la Asociación de Taxis, hay 25 cooperativas convencionales y una ejecutiva en Rumiñahui. Son cerca de
1 050 unidades.

La principal queja de los usuarios es que, de acuerdo con la hora y el recorrido, establecen indistintamente las tarifas, pese a que esto no es legal. En Rumiñahui se fijó hace casi un año el uso del taxímetro.

Por ejemplo, desde El Triángulo hasta el puente 9 de la autopista General Rumiñahui, por la noche cobran USD 3,50 y, por la mañana, USD 1,50. Esto ocurre, también, con las unidades de taxis que operan en las parroquias rurales de Quito, como Amaguaña, Píntag, Alangasí o La Merced.

En contexto

El valle de Los Chillos está conformado por cinco parroquias del cantón Rumiñahui (tres urbanas y dos rurales) y seis pertenecientes al cantón Quito. Según las proyecciones, en el 2015, la población alcanzará los 350 000 habitantes.

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