En avenidas como la Napo, en el sur de Quito, son comunes las competencias entre unidades que comparten rutas. Foto: Galo Paguay/EL COMERCIO
Las 256 rutas de transporte público que actualmente ofrecen el servicio en Quito serán modificadas. El 5 de septiembre de 2017, la Secretaría de Movilidad entregará el informe a la Comisión municipal del ramo, con la propuesta que cambiará los actuales recorridos de las líneas de buses.
Este proyecto, elaborado por la Agencia de Ecología Urbana de Barcelona, surgió a partir de los estudios que realizó Metro Madrid para construir la línea 1 del Metro de Quito, y modificará la lógica por la que hasta ahora se ha gestionado el transporte en la capital.
Allí se detectaron necesidades de mejora en el sistema de transporte que incluían la reorganización de rutas y frecuencias.
En Quito, 3 219 unidades prestan el servicio municipal y privado de transporte para los ciudadanos. Los cambios vendrán en las rutas urbanas, que al momento suman 188.
Según la secretaria de Movilidad subrogante, Andrea Flores, la propuesta es trabajar con un modelo de supermanzanas y priorizar la cobertura de los ejes transversales, con el fin de que los buses lleguen a todos los barrios.
En ese sentido, los principales cambios se sentirán en avenidas de recorridos sur-norte, que empezarán a circular de forma transversal y alimentarán tanto a los corredores longitudinales (Trole, Ecovía, Sur-Occidntel) de las misma forma al Metro de Quito, cuando inicie sus labores.
Flores explica que la información oficial sobre el plan será difundida a partir de la entrega del proyecto en la Comisión de Movilidad. Pero adelantó que uno de los principales cambios se sentirá en el Centro Histórico, en donde se avanzará con los planes de peatonalización. La idea es evacuar el tráfico vehicular de calles como la Venezuela y mantener el servicio de transporte a través del Metro y de vías periféricas.
Según el experto en movilidad César Arias, las rutas responden a la demanda y por eso, tradicionalmente, se han concentrado en las áreas centrales de la ciudad.
Por ello considera que el problema debe ser dar más servicio en horas pico en barrios densamente poblados y permitir que los buses regresen a sus destinos en menor tiempo. Esto, explica Arias, sucede en casos como los buses que alimentan al corredor suroccidental. “Se debe dar prioridad al transporte público, porque si va más rápido, puede dar más vueltas”, dijo.
En abril del 2019, el Metro deberá entrar a período de pruebas, según el concejal Eddy Sánchez, presidente de la Comisión de Movilidad. Destaca que Quito tiene un crecimiento de entre 50 000 y 60 000 personas anuales y que, tradicionalmente, se ha pensado en el transporte según las características de una ciudad alargada, con unos 51 km de largo por entre 7 y 10 de ancho, y ahora hacen falta cambios.
Explica que para que esto se inicie, el servicio municipal debe tener en marcha el Sistema Inteligente de Transporte, que incluye el pago con tarjetas magnéticas y sistemas de control. Esto debería estar en marcha desde septiembre del 2018, explica el edil, porque será el piloto para el Metro, que compartirá un sistema similar.
El reajuste de las rutas deberá estar implementado para entonces y arrancará con la visita de Salvador Rueda, de la Agencia de Ecología Urbana, para explicar en la Comisión el rediseño de rutas que tomó 18 meses de trabajo.
Allí se analizará el proceso y se decidirá si procede enviarlo al pleno del Concejo o no. Flores explica que no hace falta una nueva ordenanza, porque la reorganización de rutas es una herramienta de planificación. Además, la Ordenanza 194 encarga a la Secretaría de Movilidad la administración del transporte en Quito.