En el sector de La Ferroviaria, en el sur de la urbe, los agentes de tránsito realizaron el control de las emisiones. Foto: Diego Puente / EL COMERCIO
De 95 buses que fueron chequeados 35 no pasaron la revisión aleatoria que hizo la Agencia Metropolitana de Tránsito (AMT). Los altos niveles de emisión de gases contaminantes fue el principal problema que tuvieron 32 vehículos, aunque también hubo unidades que tenían, por ejemplo, los parabrisas trizados.
La Agencia acudió a las paradas de las cooperativas Victoria, en La Ferroviaria y Catar, en Carcelén. El nivel de varios contaminantes del esmog que producen los buses sobrepasó el rango permitido: 50%.
Según el Análisis de la Calidad del Aire, el mayor nivel de contaminación en la atmósfera de la ciudad es atribuido al tránsito vehicular. Los controles aleatorios se concentrarán en unidades de transporte de pasajeros que utilizan el diésel como combustible.
Guillermo Altamirano, director de fiscalización de la AMT, indicó que los dueños de los automotores deben arreglar las fallas en el motor y presentarse, hasta dentro de ocho días, a uno de los seis centros de revisión vehicular en el Distrito. En caso de no hacerlo, la sanción es de USD 200 y se detendrá el vehículo durante cinco días.
Este control aleatorio complementa la revisión que deben cumplir los transportistas dos veces al año. Carlos Vélez, presidente de la cooperativa Victoria, aseguró que existe la apertura de los conductores para dar garantías a los usuarios de su servicio.
No obstante, esta apreciación no es compartida por Luis, dueño de un bus de la cooperativa San Francisco que se quejó por la inversión que tendrá que hacer para no tener sanciones.
“Gastamos cerca de USD 300, solo en el motor, a esto hay que sumarle los gastos de chofer, llantas, gasolina, aceites…”.
La revisión aleatoria será permanente. Altamirano confirmó que hay un calendario para ir a las paradas en donde inician los recorridos los buses. “Todos tienen que pasar por aquí porque deben cumplir con un número de frecuencias, sino lo hacen, también hay sanciones”. Estos controles llegarán a las 80 operadoras de transporte público urbano y se extenderán a operadoras intraparroquiales, interparroquiales y buses y busetas escolares.
Además, una brigada de la AMT estará en diversos puntos de la ciudad para controlar a los vehículos privados. En este caso no se realizarán pruebas con el opacímetro y tampoco se revisará el estado del vehículo, pero se pedirá el comprobante de que el vehículo pasó la revisión vehicular regular, sino cumplió con este requisito, el dueño tendrá ocho días para hacer el trámite.
La opinión de los pasajeros estuvo dividida por los controles. Olga Betancourt, usuaria de los buses Victoria, mostró su molestia porque tuvo que esperar cinco minutos más de lo acostumbrado.
“Ya me atraso al trabajo y ahora los buses vienen repletos”, dijo. En cambio, Carlos Sánchez, estudiante, pidió que estos chequeos continúen. “Es bueno para asegurar el buen estado de los buses”.
La revisión no se limita a la opacidad que emiten los vehículos, la AMT revisa que el conductor tenga los documentos vigentes para ejercer su trabajo: licencia, matrícula y SOAT. Además, inspecciona que los buses y furgonetas no tengan llantas lisas, focos fundidos o parabrisas trizados. Solo dos dueños de las unidades fueron citados por problemas con el parabrisas.
Otras pasaron la prueba sin problemas. A las 07:10, dos brigadas de agentes de tránsito estuvieron en La Ferroviaria, en el sur de Quito. El bus 1553 de la cooperativa Victoria fue el tercero en someterse al control aleatorio y lo pasó.
En contexto
Los controles aleatorios de las emisiones de gases por parte de las unidades de transporte público parte de la premisa de que la revisión vehicular de estas unidades, que se realiza dos veces por año, no garantiza una emisión de gases contaminantes aceptables.