Para el funcionamiento del bus eléctrico fue necesario realizar la carga de la batería durante dos horas. Foto: Paúl RIvas / EL COMERCIO
Al menos 130 000 pasajeros se movilizaron desde el pasado 5 de diciembre hasta hoy, martes 6 de marzo del 2018, en el primer bus 100% eléctrico que operó en Quito.
Tras cumplir el período de prueba que se tenía previsto (tres meses), los resultados fueron óptimos, así lo anunció Ney Jiménez, presidente del Corredor Central Norte.
“Hemos podido comprobar durante este tiempo que el bus ha tenido un desempeño adecuado en la ciudad y la autonomía necesaria para desempeñar su función”, comentó Jiménez.
El recorrido que realizó este bus fue desde la terminal de transferencia La Ofelia, en el norte de la ciudad, hasta el Playón de La Marín, en el centro, recorriendo al menos 220 kilómetros todos los días.
Para su funcionamiento es necesario realizar la carga de la batería durante dos horas y con ello el bus posee autonomía de viaje de hasta 300 kilómetros.
Pero, para Jiménez, uno de los temas más importantes es que esta nueva tecnología permite reducir considerablemente las emisiones de gases contaminantes.
Según los expertos, durante los tres meses de prueba este bus recorrió 9 000 kilómetros sin generar ninguna emisión contaminante, mientras que un bus que se alimenta de diésel generaría al menos 12 toneladas de dióxido de carbono realizando ese mismo recorrido.
“Hemos concluido la etapa de prueba y a la vez estamos finalizando un nuevo contrato de operaciones. El Corredor Central Norte, llegando a un acuerdo con el Municipio de Quito, pudiera traer unos 10 buses de este tipo durante el primer año”, señaló Jiménez.
En la actualidad, la flota de buses articulados de ese corredor se compone de 73 unidades.
Para Melany Córdova, usuaria del Corredor Central Norte, debería existir un plan de compra de este tipo de buses para reducir los niveles de contaminación. “Cuando uno camina por las calles se da cuenta de la cantidad de smog que emiten los buses, las paradas son negras y las paredes de algunas casas también”.
Jiménez señala que, aunque los buses eléctricos cuestan el doble del valor de un bus a diésel, existen algunos mecanismos que se podrían utilizar, como por ejemplo exonerar de impuestos a los buses eléctricos o trasladar el subsidio que el Estado da por combustibles y utilizar este valor para financiar las unidades eléctricas.