En lugar de escandalizarnos por la declaración de Alexis Mera sobre la clausura de Teleamazonas, hay que agradecer su franqueza.
Ubica el problema en su punto exacto, ha desnudado el pensamiento del Gobierno, sus secretos y convicciones más profundas. Teleamazonas es un burdel y, como tal, se clausura mediante un simple acto administrativo.
Mera dejó sin piso toda la argumentación legalista esgrimida el pasado sábado por Correa. Una vez más, el Presidente exhibió el tono de héroe y mártir que caracteriza a su liderazgo. No les tengo miedo a los poderes fácticos; prefiero irme a mi casa antes que someterme a ellos. Con esas poses de político inclaudicable justifica sus devaneos de caudillo autoritario, atrapado en sus propios fantasmas.
La asociación realizada por Mera entre Teleamazonas y un burdel muestra la incosistencia de nuestro personaje, la inconsecuencia de un ser humano consigo mismo y con sus prácticas, su pretensión de darse una estatura moral que no tiene. ¿No es el propio Mera quien ha hecho gala de una moral política de burdel? No hablo por los círculos rosas, sino por su predisposición a servir a quien le pague un buen sueldo sin importarle las orientaciones ideológicas de quien se convierte en su patrón político. Mera trabajó en la Presidencia en tiempos de León Febres Cordero, tan denostado por el actual Gobierno como cabeza mayor de la partidocracia y del socialcristianismo.
Pues ese mismo Alexis Mera presta ahora sus servicios, sin inmutarse, a la revolución ciudadana. ¿Qué podemos pensar de la revolución cuando la miramos desde la presencia de Mera en la Presidencia ? ¿Qué podemos decir del proceso de refundación nacional tan demagógicamente vendido por Correa cada sábado? Yo pienso al menos tres cosas: que la revolución ciudadana usa métodos y prácticas jurídicas iguales a las de los viejos grupos de poder; que tiene rasgos morales coincidentes con la derecha recalcitrante y que tiene enquistado en su seno un grupo de colaboradores que reproduce, antes que renueva, las prácticas de los círculos de poder.
En Mera, la izquierda encuentra sorprendentes parecidos con la derecha oligárquica y prepotente. Mera usó la imagen del burdel para dar al Gobierno un aire de integridad ética frente a un adversario político como Teleamazonas, acusado de ser uno más de los inmorales poderes fácticos. Pero el Gobierno escogió mal el personaje para purificarse. El integrismo de Mera no es más que una doble moral camuflada, oculta, tránsfuga ideológicamente, que comercia con los principios. La doble moral es la acusación preferida de Correa contra sus críticos. La despliega desde el mismo integrismo que permite a Mera asociar Teleamazonas a un burdel, sin voltear a ver lo que ocurre tras las bambalinas del poder.
Mera ha desnudado a la revolución allí donde Correa hace los mayores esfuerzos para guardar las apariencias. Pero los burdeles desnudan a los falsos moralistas.
Tomado de Diario Hoy