Buonanotte se recupera en silencio

Santiago Estrella
Corresponsal  en Buenos Aires

Desde que debutó Diego Buonanotte el 9 de abril de 2006, en la primera de River Plate frente a Instituto,  se supo que sería un jugador de altísimas condiciones.

En ese primer partido ya logró sorprender a muchos con sus 17 años, apenas 1,60 m de estatura y una voz aguda que  provocaba ternura. Tanto fue así que el comediante Marcos ‘Bicho’ Gómez encarnó a Malanotte,  uno de los más queridos personajes  de la televisión matutina argentina.

En  2005 ya se asentaba como jugador y es recordado su primer superclásico contra Boca Juniors, en el que enloqueció al ‘cinco’ rival, Sebastián Battaglia, quien no tuvo dudas en recurrir a la grandeza de su cuerpo y a alguna que otra patada para frenar al ‘enano’, como le dicen.

Parecía constituirse en el nuevo ídolo de un alicaído River, cuya crisis institucional y deportiva no logra revertirse.  Buonanotte y el arquero Juan Pablo Carrizo fueron las figuras claves del  River campeón del Clausura 2008.

Sin embargo, al equipo le estaba yendo mal y para  2009 la dirigencia creía que repatriando a jugadores podrían encontrar soluciones al déficit deportivo.  Se anunciaban  los regresos de Fabían ‘el Muñeco’ Gallardo  y Ariel ‘Burrito’ Ortega. Buonanotte sentía que lugar para él no habría. Hasta dijo públicamente que se quería ir del equipo para ser titular en otro lado.

Su talento ya había despertado el interés del fútbol de Portugal y Francia. Sin embargo, como aclara a este Diario Hernán Castillo, periodista de Clarín que se dedica exclusivamente a River, “al ver que se iba asegurando un lugar en la oncena titular, su permanencia en el equipo para  2010 estaba garantizada. No se iba a ir del club, al menos este año”.

Pero en la madrugada del 26 de diciembre, mientras conducía el auto por la ruta hacia su pueblo Teodelina, luego de haber jugado billar, por el mal estado de las rutas, anegadas  y con neblina, sufrió un accidente en el que murieron tres amigos, quienes no usaban el cinturón de seguridad.

Casi un mes,   la intimidad del jugador aún se mantiene en reserva. Así lo dijo a este Diario uno de sus representantes,  Hernán Regueira: “El jugador no quiere hablar y a todos nos parece que sería poco ético hablar de su problema si es que él no lo ha decidido hacerlo primero.  Así nos vamos a mantener ahora”.

Por eso,  la prensa no habla de él ni ha profundizado en el tema. Solo se comprobó, según las pericias, que el jugador no había ingerido alcohol. Ningún medio se ha acercado a hablar con él ni lo ha pedido siquiera. Solamente quedan registrados dos fotos: una tipo paparazi del diario Perfil, que lo encuentra en la piscina  de su casa en el barrio porteño de Belgrano;  otra cuando el 13 de enero pasado fue a la localidad bonaerense de Benavides, en donde River realiza la pretemporada, para almorzar con sus compañeros.

No se sabe de qué conversaron. Parece compromiso de todos no hablar de su situación para protegerlo. A sus 21 años, el golpe psicológico por haber perdido a sus tres grandes amigos (Alexis Fulcheri, Emanuel Melo y Gerardo Suñé) es la prioridad por sobre la lesión.

El accidente ocurrió en momentos en que se estaba convirtiendo en ídolo, pero que aún le faltaba consagrarse más. “Tiene el respeto y el cariño de los hinchas –cuenta otro periodista, Daniel Hoffman-, pero aún le costaba el ser el ídolo. Generalmente los ídolos son aquellos que regresan, como Gallardo, Ortega y Matías Almeyda, que es un caso  único  porque luego de tantos años sin jugar se convierte en el referente indiscutible de un equipo”.

Su recuperación demorará por lo menos siete meses. Nadie sabe cuánto tiempo demorará su silencio. Su partida al fútbol europeo puede esperar. River aún lo quiere y el DT Astrada no ha pensado siquiera en un jugador que lo reemplace. De andar todo bien, en el Apertura 2010 se lo verá nuevamente en las canchas.

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