Brasil busca evitar ejecución de otro brasileño en Indonesia

El gobierno brasileño intenta evitar la ejecución del brasileño Rodrigo Gularte, de 43 años, quien está condenado a muerte en Indonesia por tráfico de drogas, asegura hoy, 20 de enero, el diario "O Globo".

De acuerdo con el rotativo, Brasilia tratará de mantener un canal de diálogo con el gobierno indonesio, pese al malestar que provocó el fusilamiento, el sábado, del brasileño Marco Archer Cardoso, quien fue detenido en 2003 cuando intentaba ingresar al país asiático con 13,4 kilogramos de cocaína.

Gularte está preso desde 2004, cuando también trató de entrar a Indonesia con seis kilos de esa droga escondidos en tablas de surf.

La ministra de Derechos Humanos de Brasil, Ideli Salvatti, sostuvo, según el medio, que el gobierno intentará convencer a las autoridades indonesias a cambiar la pena de muerte por una internación, ya que Gularte padece problemas psiquiátricos.

Allegados del brasileño dijeron que a fines del año pasado, un médico indonesio, contratado por sus abogados, constató que Gularte sufre de esquizofrenia.

Ese diagnóstico, no obstante, debe ser confirmado por un psicólogo de la cárcel de máxima seguridad en la que se encuentra, Pasir Putih, localizada en la isla de Nusakambangan, y analizado, en última instancia, por la Fiscalía de Indonesia, que tendrá la última palabra.

La internación es la última esperanza que tiene la familia de Gularte de evitar la ejecución, que se prevé para febrero, aunque esto todavía no está confirmado. Según explicó el abogado Utomo Karim, contratado por el gobierno brasileño para defender a Cardoso y Gularte, la ley indonesia establece que "las personas con enfermedades mentales no pueden ser ejecutadas".

Karim agregó que el portavoz de la Fiscalía de Indonesia, Tony Spontana, dijo que si se comprueba la enfermedad de Gularte, la ejecución podría ser al menos postergada. Atenta contra esta posibilidad, no obstante, el hecho de que Gularte se niega a ser internado alegando que está sano.

La presidenta brasileña, Dilma Rousseff, quien se manifestó "consternada e indignada" con la ejecución de Cardoso, aguarda la llegada, en las próximas horas, del embajador brasileño en Indonesia, Paulo Alberto Soares, a quien llamó a consultas inmediatamente después de confirmada la muerte de Cardoso.

Si bien la Cancillería brasileña admitió que su fusilamiento arrojó "una sombra" sobre las relaciones bilaterales entre ambos países, se descarta una ruptura de los vínculos diplomáticos, sostiene el diario. Brasilia echó mano de varios recursos de último momento para evitar la muerte de Cardoso.

Rousseff llegó a hablar por teléfono con su par indonesio, para pedir clemencia, pero la solicitud fue rechazada.

El procurador general de la República, Rodrigo Janot, también intentó a través de una carta, evitar la pena capital. No obstante, el presidente indonesio, Joko Widodo, dijo que no es posible suspender la ejecución, ya que ambos brasileños tuvieron garantizado el debido proceso legal y posibilidad de amplia defensa.

Nacido en la ciudad de Curitiba, en el sur de Brasil, Gularte, quien pertenece a una familia de clase alta, fue capturado en 2004 con seis kilos de cocaína escondidos en sus tablas de surf, ya que practicaba ese deporte.

Dos amigos suyos estaban junto a él al momento de la detención, pero Gularte dijo que la droga era toda suya y ambos fueron liberados. Fue condenado a muerte en 2005.

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