Es ya un lugar común la opinión de que Jorge Luis Borges fue el mejor escritor hispanoamericano del siglo pasado. La lectura de algunos de sus textos (crónicas, críticas, artículos, ensayos, entrevistas y diálogos) confirma su reconocido saber enciclopédico y nos deja la falsa sensación de que conocía todos los autores y todos los libros. Fue un crítico apasionado e implacable y, como resultado de sus minuciosas y atentas lecturas, incisivo y perspicaz. No creyó nunca en la literatura de la América española y, casi con desagrado, afirmaba que, en los siglos XIX y XX, había sido muy mala. He buscado sus comentarios sobre nuestra literatura y, salvo error u omisión, he encontrado muy pocos.
El primero es sobre Juan Montalvo. En 1951, en el prólogo a ‘Retorno a Don Quijote’, de Alberto Gerchunoff, incluido en su libro ‘Prólogos, con un prólogo de prólogos’, del año 1975, al referirse a los comentarios de ese autor sobre el ambateño, en cuya actitud frente al ‘Quijote’ encontraba una paradoja, escribió lo siguiente: “Juan Montalvo, hombre devoto de Cervantes, valiente y justo, pero que, extrañamente, no vio en la historia de Alonso Quijano otra cosa que un melancólico museo de palabras arcaicas”. Me parece la repetición de otro lugar común, que demuestra que Borges no conocía las obras de Montalvo. Tal vez la lectura de los ‘Siete tratados’ y, en especial, de ‘El buscapié’, habría sido suficiente para que cambie de criterio.
El segundo, satisfactoriamente favorable, se refiere a José Joaquín Olmedo, a quien, después de comparar con otros autores de la literatura universal, calificó como gran poeta. El 28 de diciembre de 1957, en una conversación que Adolfo Bioy Casares recogió en su libro ‘Borges’, publicado el año 2006, después de mencionar a Andrés Bello y su ‘Silva a la agricultura de la zona tórrida’, que criticó acerba y burlonamente, le contó que había leído a Olmedo. El comentario, inusual y plausible, fue el siguiente: “En su estilo, con mitología y figuras alegóricas, tiene versos muy lindos. Versos nobles, con el lenguaje de Pope, o de Milton. Quintana escribió en el mismo estilo, pero, por lo que yo recuerdo, es muy inferior. Olmedo es un gran poeta”.
El tercero, de lo que sé, es quizás el más conocido. Al recordar su propia traducción al español de ‘Hojas de hierba’, el extraordinario libro del gran poeta estadounidense Walt Whitman, elogió como la mejor, aunque con muy breves objeciones, la realizada por Francisco Alexander. Borges, que no tuvo ningún interés en conocer la nueva literatura hispanoamericana, escribió: ‘He consultado con provecho la de Francisco Alexander (Quito, 1956), que sigue pareciéndome la mejor, aunque suele incurrir en excesos de literalidad, que podemos atribuir a la reverencia o tal vez a un abuso del diccionario inglés-español”… Nada más.