La planta de biogás aporta, al momento, tres megavatios a la red nacional de energía. Foto: Armando Prado / EL COMERCIO
La producción de abono, la generación de energía y el reciclaje son tres campos en los cuales Quito aprovecha los desechos. Diariamente, hasta el relleno sanitario de El Inga llegan 2 000 toneladas de basura. De estas, el 57,3% es orgánica, es decir, biodegradable.
La iniciativa más reciente para aprovechar los desechos orgánicos es la lombricultura. Este proceso de degradación busca, mediante la intervención de las lombrices, hacer abono para el mejoramiento de los suelos. El proyecto arrancó desde enero pasado y está a cargo de la Empresa Pública Metropolitana de Gestión Integral de Residuos Sólidos (Emgirs).
En el relleno de El Inga se destinó un espacio para disponer 60 toneladas de material orgánico proveniente de los mercados Mayorista y Chiriyacu. Según Diego Vela, analista de Mantenimiento de la Emgirs, hasta julio se espera que 30 toneladas se conviertan en humus para la venta.
El proceso consiste en cultivar poblaciones de lombrices insertadas en la basura orgánica para que se alimenten del material biodegradable. Después, los desechos de estas lombrices se convierten en el humus que se usa en el mejoramiento de la tierra seca y para la agricultura o jardinería.
Para este plan piloto, la Emgirs utiliza 1 200 000 lombrices californianas para el proceso de degradación, que dura seis meses, en promedio.
Vela señaló que el principal beneficio, además del material que puede comercializarse, es que se evita la disposición final de ese tipo de basura en el relleno, con lo cual se puede alargar la vida útil del mismo.
La Emgirs también busca reducir la cantidad de emisiones nocivas que se liberan al ambiente en un relleno, lo cual disminuye la generación de lixiviados (líquidos percolados producto de la descomposición de residuos sólidos).
Pero la basura orgánica no solo se vuelve abono. Contiene metano, un gas más contaminante que el dióxido de carbono, que se puede aprovechar para generar energía.
Desde el 2016 funciona una planta de biogás que transforma el metano en energía que fluye a través de la red nacional de electricidad.
Según Mateo Alarcón, jefe de disposición final de la Emgirs, al momento hay cuatro motores que, tras la captación del gas metano en el interior del relleno, generan tres megavatios de energía.
Hasta julio se espera que se instalen dos motores más con los que se completaría los cinco megavatios.
La transformación en energía se da mediante la captación del metano a través de tuberías instaladas, cada 30 metros, en el relleno. Este es procesado en una tubería central para que después llegue a los motores que, conectados a un alternador, lo convierten en energía.
La basura también es aprovechada a través del reciclaje de vidrio, cartón, papel y botellas plásticas. En Quito hay cuatro centros de Gestión Ambiental en donde, los antiguos minadores, ahora gestores ambientales, juntan el material reciclable para separarlo y compactarlo con el fin de venderlo a seis empresas.
En el Centro de Gestión Ambiental de Tumbaco trabajan 19 personas. La coordinadora es Madeleine Álvaro. Según ella, a cada centro, en promedio, llegan 55 toneladas al mes.
El principal logro, según Álvaro, es que se entregue el material reciclado a un precio justo. Al mes, los minadores que realizaban esta actividad, ganaban cerca de USD 60. Hoy perciben un sueldo cercano a los USD 400 y cuentan con afiliación al seguro social.
Según Verónica Arias, secretaria de Ambiente de Quito, estas iniciativas son parte del plan de aprovechamiento de la basura orgánica para reducir la cantidad de basura que termina en el relleno sanitario.
Según los datos del Municipio, del 100% de los residuos sólidos, el 24% tiene el potencial de ser aprovechado. Con estos proyectos se espera llegar, hasta 2025, al 12%. Actualmente, según Arias, en la capital se aprovecha cerca del 8%. Por ello se piensan otro proyecto para volver más eficiente la separación de la basura orgánica en los mercados.